Venezuela y sus sueños de libertad

Lo que se vive en Venezuela alrededor de las próximas elecciones para presidente, parece que nunca se hubiera visto. Una polarización de una sociedad  en torno a unas candidaturas que han terminado en decidir la gran mayoría por dos candidatos: Capriles y Chávez.  Dos ideologías diferentes  en las que una exige que hay que profundizar para que el socialismo del siglo XXI con Chávez  a la cabeza siga gobernando,  y una oposición que por primera vez luego de haber perdido todo su poder, ya que sus simpatizantes que años antes derrumbaron la dictadura de Pérez  Jiménez , terminaron casi  por desaparecer del escenario político ante el fenómeno  del actual gobernante.  Adecos y copeyanos que como organizaciones políticas después del acuerdo de Punto Fijo , durante  décadas lograron gobernar el país, muy al estilo de lo que sucedió en Colombia entre liberales y conservadores cuando derrocaron  la dictadura de Rojas Pinilla, y que con  El Frente Nacional hicieron lo mismo. Dos países hermanos que surgieron bajo la égida de lo que significó la presencia ideológica de un Bolívar con sueños de una gran nación para América Latina en contraposición a lo que vislumbraba de los Estados Unidos del Norte,  y un Santander  que ejerciendo su papel como el hacedor de las leyes de estas nuevas naciones,  y su influencia en nuestros países que con Ecuador, Perú y Bolivia, constituyeron la esperanza de la libertad frente  al antiguo colonialismo español; y  quienes al no  comprender sus diferencias regionales,  llevados por los arrebatos caudillistas que representaban no solo los intereses de una burguesía jacobina, sino la de  unos terratenientes que bajo la cauda de sus poderes, lograron que Venezuela se separara como departamento muy pronto ante el gobierno que desde Bogotá  pretendía regir los destinos de la Gran Colombia. Y  muy parecido a lo que sucedió con el general  Flores en Ecuador casi que en los mismos años, después de haber sido asesinado el mariscal Sucre que logró en parte el gran sueño bolivariano al lograr la libertad de Perú y constituir en su homenaje la existencia de un nuevo país:  Bolivia.
Venezuela y sus sueños de libertad hace parte de todas esas corrientes políticas que en nuestro hemisferio han representado en medio de nuestras contradicciones los sueños de millones de ciudadanos de otros países que con el espejismo del boom petrolero, creyeron que allí podían satisfacer sus necesidades más apremiantes, y que en el primer gobierno de Carlos Andrés Perez creyeron que  era el otro paraíso diferente al que siempre ha representado el sueño americano. Y con el segundo mandato del mismo presidente, representó la frustración de esos sueños, que desencadenaron violencias e intentos de golpes militares, que ya habían sido abordados por esas nuevas ideas que en esos grupos casi cerrados de militares, propiciaron lo que hoy se ha constituido como el Socialismo del siglo XXI.
Un socialismo un poco acartonado pero de gran transcendencia, porque ha logrado movilizar a millones personas que se han constituido como en los verdaderos dueños de sus recursos naturales donde el petróleo que es su mayor riqueza, más los logros que el gobierno ha hecho gracias a los dividendos económicos obtenidos, y a  otras nacionalizaciones que  ha  decretado contra aquellos grupos de capitalistas que han estado en desacuerdo con el socialismo que enarbolan los seguidores de Chávez, que ha su vez ha caído en malos manejos administrativos que incluso han llegado a cuestionar la pretendida solidaridad revolucionaria, cuando algunos perciben que mientras el gobierno ha logrado cumplir con los más desvalidos socialmente, el ejercicio del poder autoritario ha logrado tapar lo que sus contrincantes dicen acerca de la contribución de los médicos cubanos que han permitido a nacionales el despilfarro dentro de esa gestión gubernamental.
Y aunque ya no se habla de la enfermedad de Chávez, la oposición en la Mesa de unidad electoral ha logrado aglutinar a esos imaginarios que dominaron por años la sociedad venezolana, que  dilapidaron los recursos naturales del petróleo, y no aprovecharon el momento que vivieron para dar vía libre a un desarrollo industrial que los lanzara como una nación desarrollada.  Momento que ilusionó a más de uno y lo convirtieron en el otro sueño latinoamericano.
Sus consecuencias hasta ahora la están logrando soslayar para querer volver a constituirse como la otra alternativa que tiene Venezuela, que nos recuerdan el papel jugado por los periódicos de los medios de comunicación de los Capriles que jugando al nacionalismo malsano, so pretexto de de las disputas con Colombia sobre el mar territorial en el lago de Maracaibo, azuzaban para hacerle una mala atmósfera a los colombianos en épocas electorales  a pesar que el propio gobierno de Carlos Andrés Pérez hizo buenas migas con la amistad hacia nuestro país  gracias a sus buenas relaciones con el gobierno de López Michelsen. Hoy, afortunadamente la oposición que encabeza Capriles ni siquiera se acuerda del viejo diferendo sobre el Golfo de Maracaibo o Coquibacoa, y ya dentro de la disputa electoral entre los chaviztas y   caprilanos  ese amague de conflicto entre los dos países adonde nos quisieron llevar en su momento, para que los propios yerros políticos y sociales de ambos países pasaran desapercibidos.
Afortunadamente ahora se la juegan a unas elecciones limpias porque además ambas fuerzas políticas saben que no solo están en juego sus ambiciones ideológicas y políticas, sino a su vez lo hecho por un gobierno que está comprometido con la democracia, y que su mala actuación ante un posible triunfo de la oposición lo llevaría a la bancarrota de unas ideas que pretenden llevar a su propia nación a un mejor destino que no son más que las que todos los pueblos buscan para superar la pobreza y las desigualdades sociales, donde haya una amplia participación ciudadana en la resolución de sus problemas.
Si gana el gobierno que está, ya sabemos que profundizará sus acciones para que dentro de 6 años (según nos lo dice Chávez),  el socialismo del siglo XXI rija como emblema  para estos países de América del Sur. O que por el contrario el eslogan de Capriles se imponga, tendrá que comenzar a desmontar la políticas sociales y económicas que ha hecho este gobierno. Cosa improbable  claro está, porque cómo podrá desligarse de este modelo, cuando ya abiertamente ha dicho que si llega a gobernar seguirá como ejemplo el del modelo brasileño, y sin decir cómo. Tal vez, esa debilidad ideológica de un programa claro  lo alejan un poco del poder que aspira, o tal vez para los que vemos el panorama  que allí se vive, estos imaginarios que no están bien definidos nos hacen creer que el candidato opositor no llegue a la victoria ahora, aunque los brotes de conciencia de la inseguridad ciudadana que el gobierno no ha logrado corregir puedan más que los cambios que ha hecho en lo social.

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