Los intelectuales de la locura y...

Escrito por: jesusantog el 05 Oct 2008 - URL Permanente
Publicado en esa época en El País.es
 
...la muerte.
Venía diciendo que el común de los mortales saben de éstos cuando trascienden ante la opinión pública ya sea por el murmullo o por lo incomprensible que resulta saber que algo extraño sucedió y nosotros no lo entendemos. Supongamos. Un amigo suyo, un buen día decide acabar con su vida, y Ud. lo acaba de ver y tertuliar con él. No lo entiende. De pronto si hemos seguido el trasegar de su vida, se encuentra con que existen intereses de familia que van más allá de lo que suponíamos. O de pronto se aduce que le ha ido mal en los negocios, así como sucedió en la crisis económica de los años 30 en los Estados Unidos, y el infortunado al verse en la calle decide acabar con su vida. Hay otros que deciden hacer una felonía y terminan atentando con la de los demás y con su vida misma. Muchas veces no lo entendemos, pero el autor que hizo lo inexplicable, sí lo sabía. Es más. Lo pudo haber hecho por alguna circunstancia que sólo lo sabía éste y sus imaginarios que lo perseguían. Su póngase que Ud. tuvo un accidente que hizo que estuviera a punto de perder su movilidad, y los galenos deciden lo mejor. Le colocan sendas varillas en la columna vertebral. Sale bien. Pero... Ahí viene el problema. Posiblemente puede tener derecho a una herencia y está enredado en medio de personajes non santos adonde familiares quieren lucrarse, y otros ajenos que andan en estos mundos tan voraces como los mismos interesados, que también quieren ganar. Están ahí, pendientes de lo que haga o deje de hacer. Y comienza toda la tragedia como si fuera toda una película de suspenso en donde escuchan lo que dice, se vienen a vivir a su lado, lo investigan hasta la saciedad, mientras los forajidos le van saliendo y lo tratan de sacar de esta vida y de la otra si lo hubiera. Claro que comienza a andar trastornado y todos le dicen que está chiflado. Escucha voces. Nadie le cree. Anda como atontado, y con miedo. Se le burlan en su cara. Sus vecinos organizan complots y nadie le cree. Lo amenazan disimuladamente. Lo están vigilando esperando la oportunidad. No, eso es falso. Eso es paranoia. Y sin embargo su columna vertebral con las varillas que le colocaron en la operación  sirven para interceptar las frecuencias que le envían desde alguna casa vecina. Lo escuchan. Han violado el derecho a su intimidad pero no está en condiciones de entenderlo. Habla solo. Una idea fija y permanente se le agolpa cuando llega a su casa. Y en medio de esa extraña solidaridad de vecindad, todos están contra suya. No se si  ha visto este melodrama alguna vez en su vida. Yo creo que España o en Europa ya conocen esos aparatos electrónicos que con determinadas frecuencias espantan los ratones o algunos insectos peligrosos. Ellos los captan, pero nosotros no. A no ser que nuestro nervio auditivo esté trastornado por alguna conmoción. Pero sigamos. En las tiendas sus vecinos comienzan a burlarse, o lo provocan. A veces el dan sus golpecitos en los hombros. Los clientes ya no le compran. En estos países muchas veces el poder mueve montañas, y para todos Ud. es un maleante. Inventan historias tras historias procurando desacreditarlo para justificar que si se muere es por culpa suya. Ud. está loco. Frenéticamente loco. No está cuerdo cualquier cosa puede suceder con su vida. Hay una película de Seam Comneri, el que representó varias veces al personaje de Ian Fleming. 007, al servicio de su majestad. Creo que fue antes de hacer dicho papel, antes de surgir a la fama. Este hace un papel de loco, y por alguna circunstancia lo llevan al hospital y los cirujanos le realizan una lobotomía. Es escritor. Su obra siempre la lleva consigo. Antes de la operación este la guarda. La esconde. Esos escritos valen mucho más para él. Ahora bien si Ud. ha leído sobre esquizofrenias, sabrá que terminan en el alzheimer o...
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