Maquiavelo y la política 4
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De
Jesús Antonio Gómez
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Publicado en esa época en El País.es
Estas conductas inapropiadas que nos cuenta Maquiavelo en su libro "El Príncipe" nos insinúa que todo vale en los intentos por la toma del poder. La astucia, la sigilosidad, la manera como aquellos que están tras las sombras pueden hacer que con sus argucias se sustenten u obtengan el poder del Estado, o simplemente la influencia obligada entre sus coetáneos para determinados fines personales o de carácter social; son tal vez los que han menoscabado en la política la razón de su existencia, ya que al describirnos esos métodos en donde la felonía es lo que prima,se ha justificado la razón de la existencia de la rapacidad del ser humano, para satisfacer sus necesidades económicas. Y que más o menos es lo que Lenín enseña a sus seguidores cuando nos habla de la dictadura del proletariado, que parece ya ha decaído en nuestro medio al desintegrarse el modelo socialista en los países de la antigua U.R.R.S. Un modelo social que fracasó cuando el peso de la burocracia, y el atraso frente a los nuevos descubrimientos tecnológicos de los países capitalistas. Pero esas conductas son las que han primado a través de la historia. Aquí en nuestro país, a la llegada de los conquistadores Españoles, el Zipa y el Zaque se disputaban el reino de los Chibchas, en la que según parece los seguidores del Zipa estaban logrando su hegemonía con el descubrimiento de los panes de sal de las minas de Zipaquira, adonde el trueque por las esmeraldas y todos los productos naturales de los caribes en el resto de lo que hoy es nuestro país como nación y Estado, estaba consolidando el desarrollo de una sociedad que fue truncada con la conquista. Creo que Sugamuxi, el famoso brujo que hacía las veces de orientador y defensor de los intereses del Zipa, en su momento logró el dominio sobre los súbditos Chibchas, quienes basaban su religión en la existencia de un Dios que con características a las de los conquistadores fueron las que influyeron para que éstos se entronizaran en esta parte de nuestro continente, además del uso del caballo, los perros y la pólvora como armas letales para lograr su dominación. Las rencillas internas, las argucias con que los españoles lograron el control sobre los indígenas, no son más que la corroboración de que las conductas que Maquiavelo resumió basado en la observación de las relaciones sociales que vivió en el mundo del florecimiento de lo que hoy llamamos el libre desarrollo de la personalidad y el derecho que como personas tenemos en nuestras leyes. Una lucha sin cuartel que se libraba entre el feudalismo, y la burguesía que con la revolución industrial terminó por conquistar el poder. Una lucha que en la religión católica la conocimos por cuenta de Lutero y Calvino que fueron los inspiradores de de este nuevo modo de vida y de pensar, muy contrarias a las de Savaranola que terminó en la hoguera de la inquisición, mientras las ideas de Maquiavelo se fueron entronizando.
Y sobre esta conducta, han regido en nuestro país y tal vez en el mundo, las conductas que nos recuerdan que la zancadilla, la malicia indígena, las soterradas maneras de los políticos para lograr lo suyo, la repartición de los puestos burocráticos, así como el esquilmamientos de las arcas estatales, y las nuevas relaciones a las que nos han llevado el negocio de la droga, que por hoy ya desdicen de las antiguas teorías políticas y sociales fueron las que iluminaron el dejar hacer, y el dejar pasar del liberalismo económico. Y también el fracaso del neoliberalismo que todos los de nuestra generación hemos vivido en el mundo occidental.
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