Asesinatos perfectos



Escrito por: jesusantog el 10 May 2009 - URL Permanente Escrito en El País.com
Publicado en esa época en El País.es
 
Es un decir. Uno supone que no existen y sin embargo en los crímenes políticos los hemos visto. De Kennedy se comprobó que Oswaldo fue el autor material, pero entre bambalinas nos quedó que Hoover pudo haber sido no solamente el autor intelectual de él, sino también el de su hermano. A todos nos queda la sospecha. Como el de Marylin Monroe con su exceso de barbitúricos. Son los imaginarios que posiblemente nunca se descifren porque sus autores intelectuales continúan en la penumbra del poder o porque los que lo supieron murieron a cuenta de de éstos. Hay un común denominador. Siempre se utiliza a las mentes despistadas de su propia situación personal. Uno lo ha vivido. Y no quiere decir que se sea una persona importante. No. Una persona del común que ha sentido en carne propia durante años una persecución extraña e implacable en la que la vida del autor ha estado innumerablemente en peligro. En el Quiroga (un barrio de Bogotá),en una ocasión que despotricaba contra vecinos del sector por situaciones personales vividas durante muchos años, inesperadamente apareció, un personaje que cualquiera pudiera considerar con bajo cuociente intelectual (un bobo podríamos decir los que no nos creemos tan ignorantes), sin mediar palabra llegó dispuesto a ultrajarme físicamente. El interlocutor, el dueño del establecimiento, lo único que atinó a decirme como para consolarme, que solamente era un pobre muchacho que no tenía los pies bien parados sobre la tierra. Algunos días me lo volví a encontrar, y me miró entre estupefacto y con nerviosismo.
Recién salido de un estado de locura (lavado de cerebro) de un hospital, muchas cosas me pasaron. Vendiendo libros en los buses, y tratando no solo de sobrevivir en lo económico para levantar el sustento diario, sino para no dejarme en enloquecer, fui víctima de personajes de calles que además de provocarme consuitodinariamente, muchas veces me golpearon. Ni que decir de sus blasfemas amenazantes. Ese mal no se lo deseo a nadie. Hasta los locos y los emboladores de zapatos salieron a ver qué se conseguían conmigo. A uno le de tristeza tener que vivir semejantes infamias.
Hubo un loquito, al que conocí después haberme tirado en la calle con un palo, en una tienda del barrio que digo, que resultó haber trabajado con la fuerza aérea. Unos paisas me lo sentaron al lado e invitaron a tomarme unos tragos con éste en son de burla. Da lástima.
Uno entiende como utilizan hasta a los animales para desequilibrar a una persona. Me abuchearon mendigos de profesión, desechables que andaban aspirando sus pegantes, y hasta perros me salieron a ladrar amenazantes por cuenta de sus amos, y cualquier cantidad de disparates me han sucedido con extraños personajes que parecieran lindaran desde la delincuencia, a encorbatados bien vestidos y adinerados, que uno no puede creer que sean capaces de cometer estas bellaquerías. Son los gajes del oficio de una persona desequilibrada. Digo yo.
En este tipos de trabajos lo hacen personas desequilibradas que son instigadas o presionadas sicológicamente por otros que tienen poder, ya que así son utilizados para cometer semejantes felonías.
Cuando estuve muy joven, casi adolescente me intrigó sobre lo sucedido con Gaitán, basado en libros que leí en su momento, o porque la vida misma del ambiente social nos intrigó tanto, como para pensar que su muerte no es la que todos creemos, por causas políticas sino por otras muy desconocidas. Claro que estas barbaridades solo caben en la cabezas calenturientas como el que escribe estas lineas, y a los Españoles, si alguno de ellos lee ésto ni siquiera entenderá que el que escribe está al otro lado del mundo. Algo parecido a lo que sucedió con la muerte de Lorca, o la de Miguel Hernández en la misma época, que para el común de los mortales vivimos por aquí, tampoco entendamos bien.
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