Asesinatos perfectos


Escrito por: jesusantog el 23 May 2009 - URL Permanente Escrito en El País.com

Publicado en esa época en El País.es

Con el vil asesinato de Gaitán la ilusión de millones de colombianos moriría. Y con éste muchos sucumbirían ante esos imaginarios diabólicos que terminaron por convertir un país en un inmenso río de sangre con víctimas inocentes. Un país que desde su emancipación ha vivido en medio de guerras internas en un conflicto que nunca cesa. A pesar la inteligencia de los nuestros que supera con creces las fatalidades, pues siempre se ha sostenido y permitido su desarrollo económico en medio de semejante tragedia. Si Rafael Núñez con su regeneración permitiría que desde el Carnero en Cartagena se continuara gobernando durante muchos años, La Guerra de los Mil Días nos recordarían las fratricidas entre el general Mosquera y Obando. Olaya Herrera nos presagiaría que vendrían los cambios con López Pumarejo y sin embargo la muerte de Gaitán sería el final de un sueño para un país, y el comienzo de otro. El país de las ciudades. Una sociedad tratando de acomodarse a los nuevos vientos sociales del mundo en medio de la guerra fría entre el Capitalismo y el Socialismo. Y todavía nos preguntamos quién mató realmente a Gaitán. Roa fue su asesino material. Gaitán según nos cuentan los historiadores, por ser salido del pueblo de esas huestes populares que nos recuerdan a los Carbonarios en el 20 de julio de 1.810 sería el caudillo que habiendo vivido y estudiado en Italia el sueño de Mussolini, que querría un cambio muy diferente a la que preconizaban liberales y conservadores. No sabemos si realmente él hubiera cumplido con la promesa liberadora. Ni siquiera uno puede intuir que sería mejor de lo que preconizaban las ideas de los liberales o las de los conservadores. Con su muerte se desataría la continuación de esa vendimia de desolación, y con ella millones de compatriotas sufriríamos, mientras otros se verían beneficiados de ese conflicto interminable. Hasta ahora nadie nos ha dicho quiénes serían los autores intelectuales de ese execrable crimen. Y sin embargo presumimos que algunos serían los beneficiados. El que escribe estas lineas solo hace suposiciones basado en circunstancias que ha vivido, y que de alguna manera pueden tener algún asidero en la realidad. Desde que tengo uso de razón mi vida ha peligrado innumerables veces como si se tratara de un enemigo desconocido que aunque su ropaje ha sido de amigos, de agentes estatales, y de toda una corte de personajes de un vecindario al cual pareciera que uno les debiera algo, le permiten saber que en medio de esa violencia que se dio en 1.948 en las calles de Bogotá, y en todo nuestro territorio que creó leyendas como las de Guadalupe y las de la guerrillas liberales que terminaron por convertirse en comunistas, otras series de iniquidades se cometieron. Niños que terminaron en las manos de las que no eran sus padres con otros apellidos. Algo parecido a las que nos cuentan sobre las dictaduras del cono sur. Estando muy joven, un primo después de haber perdido el último año de bachillerato en San Simón, me llevaría a trabajar en una cacharrería con mi papá, muy a pesar que éste no quería. Al poco tiempo, en medio de trampas y otras situaciones que viví, saldría de allí de regreso a Ibagué. Regresaría unos pocos años más tarde en medio de otras vicisitudes que he venido contando en mis blogs. El hecho es que tanto en ese local como en otros sus dueños según decían se habían ido en la época de la muerte de Gaitán para los Estados Unidos. Muchas cosas me sucederían en lo personal. Esos extraños trabajos de inteligencia que muchos ladinos tienen por costumbre hacer. Estando en la universidad Libre conocería a Memo cuya madre trabajó durante muchos años en una notaría adonde yo iría a hacer algunos contratos, y su padre un detective rural de un organismo de seguridad al que últimamente se menciona mucho. Por medio de éste conocería a un tal Piedrahita, ex-miembro de este mismo organismo, quien me drogaría muy sutilmente y de manera canallesca, aunque Memín también lo haría, ya que en ese arte como las Celestinas son especialistas. A unos Arias, uno de los cuales se prestaría para que muchos años más tarde diciéndome que su mujer que trabajaba en la editorial del magisterio, podría ayudar a publicar un libro que escribí en Venezuela con el título de Crónicas policíacas, en fin, al final de este cuento uno de ellos me comentaría en unos billares de la misma calle once que su dueño emigró en la misma época para los Estados Unidos, y de donde nunca antes se volvió a saber de él, por lo que su administrador terminó por quedarse con el negocio. Lo mismo me contarían de otros centros comerciales del centro. Claro que cuando a Ud. le salen desde diferentes lados personajes con historias parecidas, y en una casa uno pareciera ser su enemigo predilecto, se imagina muchas cosas más. Cuando uno de joven ha cursado varios años de derecho y ha vivido una pesadilla por cuenta de otros, termina entendiendo que estos personajes que lo rodean trabajan a cuenta de otros. Pero claro que para continuar y no seguir divagando con lo personal hay que hablar de algo de política, no porque el autor sea ésto, sino porque mediante ese cuentico a muchos los engrupen y le hacen olvidar que todo gira alrededor del vil billetico que nos hablara Marx en el Capital. Y eso que Engels no solo lo ayudó económicamente sino que le dio el apellido a un hijo de éste.

Compre nuestros libros dando clic en cada uno. Prioritario: Historia Básica del Tolima


.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Asesinatos perfectos

Asesinatos perfectos

Convidando a papá (5a parte)