El arte de enloquecer 7


Escrito por: jesusantog el 13 Nov 2010 - URL Permanente en El País.com

Publicado en esa época en El País.es

Si ha oído Ud. voces que lo amenazan, que le gritan y lo regañan , esta loco. Demasiado ido de si. Lo viví e intenté suicidarme, en un intento de acabar con dichas voces para siempre. Me tomé una botella de licor en San Victorino, y...

Tal como lo he contado en otros blogs, algún fulano que me distinguía impidió que lo hiciera. Aunque tenía temor y estaba con demasiado pánico, traté de hacerlo. No soportaba las voces, y andaba con un cuchillo que compré en dichas calles, tratando de defenderme. Estaba loco. Con los años, después de haberme fugado del hospital de la Hortúa porque no querían que saliera, ya que nadie aparecía para recibirme y llevarme de nuevo a la casa del barrio San Antonio en donde vivía, y porque las directivas de dicho hospital no dejaban que alguien saliera solo, me escapé gracias a una señora que durante todo ese tiempo iba a visitar a un familiar suyo que estaba en la misma habitación en donde me encontraba. Me escapé, y es toda una historia como lo hice. No quería que me encerraran en el manicomio que dicho hospital tenía porque sabía que éso era lo que deseaban. Tenía miedo. Al salir, seguiría el atropellamiento sicológico y mendaz por cuenta de estos personajes que han salido y salido durante todos estos años, tanto que se convirtieron en tortura sicológica, y física porque he sido atropellado e intentado matar por delincuentes que se le burlan a uno en la cara, como si tuvieran su patente de corso. A pesar de todo, entre susto y susto, entre golpe y golpe, entre robos e injurias, entre difamaciones que abarcaban desde donde yo he estado, en el trabajo y en la vivienda, he logrado sobrevivir, muy a pesar que estos delincuentes casi me han matado mediante sustos y otros en los que han fracasado. En la casa que yo he dado en llamar embrujada, y que lo repetiré una y otra vez, fui zaherido, e incluso tuve que abandonarla en esas extrañas conspiraciones de vecindario, autoridades, y un supuesto familiar. Casa que tuve que abandonar mediante la fuerza y el miedo en medio de estos personajes, que en nada se parecen a los de ley, a pesar que eran supuestas autoridades y estaba siendo fustigado por todo un barrio, como si estuvieran tratando con un delincuente.
 
Casi, que me creo el cuento de que yo era un delincuente, y solo hasta ahora lo sostengo. Durante todos los años que viví en ella me dañaron mi vida, y yo quisiera saber por qué. Con los años uno termina entendiendo que todo lo que me ha pasado no ha sido casual. ¿Acaso a Ud. lo han drogado en medio de unos tragos? Claro que si a Ud. lo ven tomando consituodinariamente, la gente del común lo entenderá, pues al fin y al cabo es normal en estas latitudes. Pero que le salgan gentes de calle, a vociferarle, a insultarlo, y a gritarle:
- ¡Degenerado!

Y cuando Ud. cae en la cuenta ya tiene la moral por debajo del piso; y aún así entra a cualquier cafetería y se encuentra con delincuentes que cuentan sus fechorías, y de paso le digan:
- Papi, Ud. es un marica.

Aunque en estas tierras es común, disimuladamente lo amenazan con sus hijos. Unos vecinos muy acuciosos lo esperen a la salida, se rasgan el estomago, se tocan sus nalguitas, y de paso lo amedrantan. O pueda que pase un insolente motorizado y gendarme, y muy sutilmente le grite, como si fuera hablando con otro, por su radio operador:
- Ahí va el degenerado.

Claro que de todo hay en la viña del señor. Y eso que Ud es nuevo en esa ciudad. Y ya en ese barrio. Ud. ya es conocido. Se encuentra con que lo que le pasó de joven en esos extraños exabruptos de manejos sicológicos, fue el resultado de toda una conspiración; y que la mayoría de los amigos con que anduvo no eran más que esas extrañas criaturas de hijos de supuestas autoridades, y que uno no era más que un delincuentico desde niño, y que para justificarlo de manera muy inteligente, lo fueron llevando por esos senderos en el que se termina loco y se arroja a un carro, o termina en una cárcel como el vulgar y más degenerado y ruin que ni siquiera se merece ir allá. Es mejor muerto. Asesinato perfecto.

Entonces uno termina comprendiendo que es de familia, que todo lo que ha pasado no es más que el producto de familiares, pues ladronzuelos de calles que han actuado en contubernio con supuestas autoridades que podrían ser venales en estos casos, pero como uno no es nadie, el delincuentico más vulgar, los cuidanderos de carros, los vendedores de loterías, los gamines de calles, las prostitutas y los maricas, se dan el derecho de atropellarlo, sin contar con que adonde Ud. entre, incluyendo este internet de donde escribo, lo miren a uno como si fuera una escoria sin serlo. Extraños trabajos. Extrañas bellaquerías que se han dado durante años y años sin un respiro. Así sea como para poder comprender el sentido de la vida, porque hasta los ladrones están pendientes a ver qué tiene en el bolsillo, y están tan dateados que sin saber de internet, ya saben lo que uno escribe para amedrentarlo en las calles. Marca de remarca, porque también me tocó vivirlo en otro país. ¿A cuenta de qué? ¿Por cuenta de quién, o quiénes?

Y para rematar en medio de esas locuras, Ud. oye a un familiar, al que yo llamo Primorov, a quien considero un agente al servicio de su majestad el rey, al estilo de 007, y que cuando un día que anduve con una familiar en esas calles de Chapinero en Bogotá, me echa todo un discurso largo y que comienza más o menos así:
-Coloque el disquete. Ud. es un degenerado, y tiene que largarse con su mujer de la casa.

Y entre regaño y regaño, yo sigo escuchando esa voz .Pero como estaba todo drogado por las medicinas que me habían formulado los galenos en el Hospital de la Hortúa, quedé exangüe después de ese discurso infernal. Ya antes había oído voces de amigos en la casa embrujada, e incluso de un personaje de la vida política, como si estuviera jugando conmigo. Y como yo lo entiendo, comienzo a captar que utilizan algún tipo de frecuencias que se hacen audibles para mí. Y claro que hay otro tipo de trabajos en el que utilizaron la ventrilocua, en una oficina con un primo hermano y sobrino de mi papá. Un gendarme muy saludador, y que a pesar de su cabarellosidad, sabía que estaba ido de la cabeza o medio cuerdo. Y allí en en esa oficina me dejaron solo después de haber escuchado su andanada de rencores y epítetos, mientras abstraido lo escuchaba, y adonde estuve tentado de arrojarme de un cuarto piso después de semejante regaño. Hipnotismo total. Cuasi asesinato inducido.

Después saldría todo turulato e iría adonde tío que tenía un negocio cerca, mientras le veía sus ojos llorosos, porque seguramente estuvieron convencidos que yo me arrojaría desde dicha oficina y porque creo que también estaba siendo presionado sicológicamente. Trabajos plebeyos a otro plebeyo como yo, pero no delincuente.

Lo de las voces será para la próxima, pues algo entiendo de tecnología y de electrónica, ya que después de leer y lee en medio de semejante locuras y torturas sicológicas, ya que tengo la manera de contarlo. Hay otras peores. Actúan los sapos, aquellos que necesitan que otros se hagan los de la vista gorda para poder ejercer sus oficios. Los utilizan. Que me digan por qué, por que yo no lo entiendo desde que nací.

Una marca siniestra en la que todos afirman que yo no estoy cuerdo. Que por lo viejito y sin un peso debo morirme. Así se robaron una apartamento, y una casa. Por no decir que toda mi vida. Deberían pensionarme.

Será para la próxima esta sarta de historias que estoy contando, y que quisiera rogarle al amable lector que me creyera.

No estoy loco. Más bien esta historia es una de las que hace parte del "Arte de enloquecer".

 
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