Los makiavelos 4.

Escrito por: jesusantog el 25 Abr 2010 - URL Permanente en El País.com 
Publicado en esa época en El País.es
 
Sería largo y tenebroso seguir hablando de estos personajes. Digamos más bien que nuestras sociedades han sido permeadas a pesar de los patriotismos sobre nuestros orígenes, y de nuestras teorías en que las leyes a través de los años se han cimentado en los imaginarios colectivos de nuestros pueblos, por esas fuerzas oscuras que podríamos llamar policíacas, dictatoriales, en donde muy a pesar que nuestras culturas civilizadas han tratado lograr que no  terminen cohonestando con la impunidad de las que hemos ido construyendo desde nuestra independencia de los colonizadores españoles.

Hackeo hoy 4/09/2.023
A mi por lo menos en lo personal he sido víctima de oscuras persecuciones, sin saber por qué. A veces creo que por haber sido autista. Y sin embargo desde que tengo uso de razón he sufrido de agresiones extrañas por gentes que me rodearon, personajes que en su momento fueron desconocidos y con el tiempo he terminado por comprender que en esas marcas de familia, existen otras más sutiles, más perversas, más infames porque en ellas han participado supuestos agentes estatales, delincuentes que parecieran estar muy bien informados, y que por lo tanto son más peligrosos porque transgreden la ley en la que solamente sus actores y sus victimarios son los únicos que lo saben. Y mucho más cuando los que participan son personajes que fungen de policías, políticos, de comerciantes muy bien documentados en un país adonde la corrupción es la que ha envilecido nuestras democracias.
 
Desde muy niño me salieron gentes en las calles a amenazarme, como la de aquel bobo que conté en otro blog en "Un Autista en Colombia", que me esperaba a la hora de la salida de un colegio de franciscanos en Ibagué, y que gracias a un niño con el que me crié y mayor que yo, podía evitar que éste me asustara. El niño terminaría muerto en un extraño accidente de tránsito en Zipaquirá en una de las celebraciones decembrinas cuando venía de Nemocón ha Bogotá provocado por su propio hermano, por un muchacho que terminaría más de la mitad de su vida en la cárcel, mientras León Darío Vélez, su otro hermano y detective policial, moriría unos pocos meses después en un enfrentamiento contra una cuadrilla del famoso "Alma Negra" en Venadillo (Tolima). Otro niño, ya adolescente que nos contagiaba a todos con sus aventuras en el monte con sus animales, del colegio Jiménez de Cisneros moriría ahogado y víctima no sé si de un ahogamiento, o de un ataque del corazón. Sucesos que se dieron en un mismo año, e incluso como en el caso mío del niño que me protegía, en el mismo día en el que yo casí muero ahogado en un festejo en una quebrada de "El Salado" . Un día aciago, como para volverse paranoico.

Detenido ya adolescente con otro amigo en Bogotá, cuando estudiaba justo al frente en el bachillerato de la Gran Colombia, adonde una amiga que todavía no conocía participaba en esos bochinches estudiandiles de los años 70 y a quien conocí más tarde en la universidad del Tolima, por causas que ahora sigo creyendo no eran más que el remedo de las confrontaciones ideológicas que se libraron en la segunda guerra mundial entre el socialismo y el capitalismo, pero que para mi eran como extrañas marcas que todavía no comprendo muy bien.

Y en aquella detención en aquel organismo de seguridad que ahora se critica tanto y al que el gobierno ha cambiado su nombre y quitado algunas de sus funciones para pasárselas a la policía nacional, de manera pasajera pude darme cuenta mientras era conducido en aquellos oscuros pabellones de aquel bello y centenario edificio,  vi cómo un grupo de jóvenes participaban en aquel teatro que coincidencialmente tenía las puertas abiertas de la vocinglería y de los gritos revolucionarios con las fotos de Mao, como si estuvieran en una de las muchas manifestaciones que en las calles se hacía. Era un grupo de teatro de efervescencia donde hacían sus prácticas aquellos jóvenes destinados a hacer su escuela detectivesca, y que hoy a la vuelta de los años y por lo que a mí me ha pasado, caigo en cuenta del teatro que seguramente anduve durante unos pocos años,  aunque con ese cuentico fui agredido en la casa que yo he dado en llamar de embrujada y durante todo el tiempo que viví allí.
 
En aquel salón espacioso, en aquel teatro además de asistir a uno de aquellos mítines que uno ha visto en las calles de nuestras ciudades, también se alcanzaba a divisar las fotografías de personajes que seguramente eran perseguidos por el Estado en las calles. Y claro que éste tiene la obligación de defendernos. Y nosotros los ciudadanos de bien tenemos el derecho a que nos proteja, tal y como lo reza la constitución, igual de los deberes que tenemos que cumplir como ciudadanos.
 
Pero parece que toda regla tiene su excepción, como en la obra de teatro de Bretch. Yo he supuesto después de los avatares de la vida, que mi relación de familia, el hecho de tener un padre que fue contrabandista en los años que apareció San Andresito en Bogotá; fueron las motivaciones para que mi vida hubiera sido marcada por rebuscadores de todas la índoles, y en especial de aquellos organismos policiales secretos.

Así como a un familiar que le habían retenido su contrabando de mercancías en el aeropuerto, y que en medio de una tomata de wisky me contara cómo esos sabuesos después se lo devolverían todo; y también que a un medio  hermano por parte de mi papá, éste  le hubiera tocado ir a Miami a rescatarlo con el F.B.I. de las redes de supuestos vividores que lo tenían drogado en un apartamento, y a quien algunos años más tardes a raíz de haberse convertido en un consumidor de vicio, terminara muerto después que un carro lo atropellara. Moriría no a causa del carro, sino de una infección adquirida en el hospital.

De seguro que a Ud. un familiar no lo habrá amenazado dentro de su propia casa. O que saliendo de ella un vecino lo amenace reiteradamente. Cualquiera se vuelve loco. Y claro que estas son historias desbordadas de paranoia.

Porqué no hablar sobre las tablas de Weija o como se llamen. En donde la sugestión y la persecución muchas veces llevan a la muerte a muchas gentes desprevenidas. Será otro tema.
 
 
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