Caudillos y políticos


Escrito por: jesusantog el 29 May 2011 - URL Permanente escrito en El País.com
Publicado en esa época en El País.es

Ahora que sabemos que los restos de Allende en Chile se exhumaron ante la posibilidad que no haya muerto tal y como nos lo contaron los medios de comunicación en su momento, en un suicidio ante la petición de Pinochet que quería que por el bien de todo su pueblo se entregara, y ante la duda incontrastable con la realidad que pudo suceder, después que también Pablo Neruda murió a consecuencia del desbordamiento sicológico por cuenta del allanamiento que le hicieron las autoridades golpistas en la Isla Negra, y que le aligeraron su muerte ante los desmanes cometidos por éstos a consecuencia del cáncer de próstata que padecía. Pinochet, su mejor amigo lo traicionaría, mientras todos estos acontecimientos según nos los dijeron fueron propiciados por la I.B.M. que mediante sus agentes infiltrados de la C.I.A. provocaron el desenlace fatal del socialismo elegido democráticamente por la clase popular, y que durante años todavía algunos teóricos la comparan con lo que sucedió en Francia con "La Comuna de París".

Una historia nuestra que nos recuerda a Rojas Pinilla y su paso breve como dictador en nuestro país, y parecida a la de Pérez Jiménez en Venezuela y a todos esos brotes de dictadores que se sucedieron en el siglo pasado en América Latina. Movimientos sociales y militares que fueron acaudillados por personajes que representaban intereses económicos, y que tras éstos estaban los intereses personales que iban desde la compra del armamento militar hasta sus satisfacciones personales en la que estos caudillos se valían de los secretos bancarios para atesorar los recursos de los Estados que detentaban para depositarlos en Suiza, el país adonde los dólares de los comerciantes de la droga y la mafia se daban el lujo de alojarlos allí, porque permitía que todos los dineros así fueran mal habidos quedaran en sus caudales con la seguridad que ninguna injerencia así fuera política, podría mellar el secreto bancario.
 
Allende murió. Años más tarde se descubrió que Pinochet también allí guardó sus tesoros conseguidos mediante el asalto al poder en la que miles de sus compatriotas murieron. Caudillos y políticos en el que las ideologías jugaron su papel, mientras en las conciencias de sus principales actores en los juegos sibilinos del ajedrez político mundial en donde los Estados Unidos y la Unión soviética se jugaban los recursos naturales de los pueblos sometidos a sus respectivos imperios, y en la que cada golpe de algún caudillo local en cualquier país era sometido ante el escrutinio de la guerra fría entre los dos estados capitalistas y socialistas, y en la que estos caudillos como políticos sabían que bajo esas cartas del poder podían ejercer su dominio sobre sus pueblos. Se volvían tan imprescindibles, que al faltar uno de ellos podían ocasionar devastaciones entre los suyos, y en las que los países dominantes a su amaño podían decidir a cuál de ellos les pertenecían sus recursos naturales, y decidir sobre su suerte  mediante estos caudillos.
 
En lo político aquí hemos tenido muchos que nos recuerdan a Fouché en la Francia de su época, en la que bajo los designios de estos políticos que convirtiéndose en caudillos, necesitaban del poder policial a como sea, y en donde los dictadores han surgido de esas reyertas por la consecución de sus aspiraciones personales y políticas, que solo miserias han dejado. Bajo esos caudillos han surgido dictaduras oprobiosas en la que el bajo mundo ha jugado su papel pues son ellos los qué conocen a quiénes mandar. Muy al estilo de lo que sucedió con Cuba en su momento.
 
Caudillos son los que hemos tenido. Políticos, tal vez. Aunque en Colombia todavía algunos recordamos a Núñez con su Regeneración. Un Rojas Pinilla que hace que el surgimiento del Frente Nacional creara los conceptos de una democracia amañada en las que todos los que pensaban diferente eran considerados subversivos porque bajo "El estado de Sitio" tuvimos que vivir la mayor parte de nuestras vidas, cuando en realidad en este mundo y universo globalizado todos hemos hecho parte de la modernidad. Pero los caudillos todavía nos siguen sugestionando con sus historias, y todavía no sabemos cómo los políticos los podrán obviar en estas historias de sus panaceas, para que sean los que verdaderamente queremos. Qué sean los dirigentes que con sus errores y defectos nos orienten, sin caer en esas odiseas que a veces nos llevan a las confrontaciones para satisfacer sus intereses personales. Y que además sean unos verdaderos administradores de los recursos gubernamentales, por muy disimiles que sean sus orientaciones políticas e ideológicas.   
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