Los espejismos de Colombia
Así como otros escritores nos describen muy bien, García Márquez lo
hace a la perfección. ¿Realidad o ficción? ¿Una realidad que supera la
ficción? Así somos. Un país de muchas violencias donde sus ciudadanos
son los más alegres del mundo. Un país tan complejo, qué la muerte de hoy
por parte de unos vándalos o terroristas, mañana en nuestros
imaginarios ya no existen. Un país en el que los ciudadanos se
acostumbraron con las violencias de todos los pelambres, con una
mentalidad que va desde lo clerical hasta lo anticlerical. No en vano
Victor Hugo en su tiempo habló de la constitución que nos rigió hasta la
que ahora tenemos, como la mejor de todas porque era para dioses. En
aquel tiempo decíamos que era el pais del Sagrado corazón de Jesús donde
cualquier incauto no podía comprender qué los mismos que predicaban las
ideas de libertad e igualdad tanto religiosa o política, no aceptaban
la libertad de cultos, y los que pregonaban acerca de las libertades de
la constitución fueran los mismos que la pisoteaban. Qué con la reforma
del 91 que actualmente nos rige, y que pretendió abolir todo lo que
oliera a lo antiguo, que con los asomos de una libertad sin límites en
el que cualquier ciudadano podía entutelar al Estado para hacer que éste
protegiera sus bienes de diversa índole, en donde caben todos los que
la constitución nos dice, pero que a veces aunque el fallo sea
favorable, el Estado no lo puede asumir, por esa realidad tan desigual, inexcrutablemente puede quedar en un fallo incumplido, como si lo
que nos cuenta Gabo en "El coronel no tiene quién le escriba" fuera una
realidad.
Desigualdades que a diario la vivmos los del común. Los encargados
de velar por nuestras libertades son los primeros que nos hostigan. Y
sin embargo a pesar de esas violencias tan personales, tan sicológicas,
seguimos creyendo que lo que tenemos es lo mejor que nos puede suceder.
Unas elecciones en medio de una confrontación de guerras en los campos,
con la amenaza de la colocación de bombas en las ciudades, o en
cualquier otra parte adonde la ley pretende por medio de la fuerzar
hacer valer nuestra constitución, que emerge y parece sostenerse
incolume porque en realidad nuestro país además de ser todo un espejismo
la crueldad de la violencia la vemos desdibujada cuando la población
sale a votar por X o Y candidato que puede ser del gobierno o de la
oposicón. Y eso está bien porque nos permite soñar, mientras al otro día
los medios de comunicación nos cuentan sobre las atrocidades de los
vándalos que destruyeron lo que parecía eregirse cómo en lo más preciado
de nuestra identidad: La paz que todos anhelamos.Un país qué como en la novela de "Aroma de Cafe", ahora los recursos mineros como los del petróleo, del carbón o del oro, son las panáceas para un florecimiento económico, en las que los políticos nos avisoran de un nuevo pacto con los Estados Unidos, que muy posiblemente perjudicarán a más de un industrial en particular, así como sucedió en el gobierno de Gaviria cuando dio vía libre a la libertad de importación, en las que muchos de nuestros productos industriales teminaron por decaer ante la avalancha de los bienes importados del exterior a cuenta de un nuevo orden económico en el hemisferio.
Un país lleno de contrastes donde cualquier persona en el exterior puede creer que aquí no se puede vivir. Y cuando por alguna circunstancia llega a éste, se enamora de la ideosincracia de los nuestros, y decide que aquí será su nueva patria.
Así es nuestro paìs. Los espejismos se suceden a diario porque nadie entiende cómo un pais a donde existe tanta violencia, los colombianos podamos convivir, y los extranjeros sean bien recibidos, a pesar del peligro de los secuestros o las extorsiones; mientras los hacemos reir y convencer que aquí ellos son los reyes.
Y claro que quisiéramos que esos espejismos de buenos augurios, en la vida real los disfrutemos para nuestros hijos y para las nuevas generaciones; así como también para los extranjeros que se enamoran de lo nuestro.
Así es Colombia.
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