Lo efímero de nuestro universo

Nuestros conceptos sobre nuestro universo han cambiado vertiginosamente en las últimas décadas, que resultan  imposibles de predecir lo que sucederá con ellos en unos cuantos años. La revolución tecnológica desde que se usó la electricidad como fuente principal de iluminación del desarrollo en las ciudades,  que acarreó un mejor  uso de nuestro espacio vital, y que trajo como consecuencia que los medios de comunicación fueran tan ágiles que  nuestro universo que era tan reducido se amplió  más de lo que antes era, porque la tecnología con el uso del transistor que a larga terminó por convertirse en lo que hoy llamamos el chip, y que  con el  computador y la Internet rebasaron todos nuestros conocimientos sobre el mundo que ahora vemos mucho más comprensible,  con la esperanza que algún día podamos saber si hay vida en otros planetas tal y como la conocemos,  cosa que es muy probable; o que  puedan existir otras manifestaciones de vida e inteligencia muy diferentes a lo que somos.
Nuestro universo personal puede ser tan efímero, que lo que hoy es, mañana no puede serlo. Cuánto tiempo tuvo que pasar la humanidad para que los conocimientos lograran la democratización de la cultura y de la ciencia, que antes del invento de Gutemberg  estaban en unas cuantas manos, y los inventos como los telares, la máquina de vapor, y el motor de explosión ante la proliferación de los libros hicieron que la modernidad llegara, y con ellos unos nuevos conceptos sobre la vida y la naturaleza desencadenados por lo que fue la revolución francesa con su enciclopedia, y la revolución industrial en Inglaterra, que hicieron posible toda una serie de transformaciones sociales que como el capitalismo prosperaran, y el socialismo como otra utopía de la que el hombre todavía no ha salido porque su estruendoso fracaso como sistema económico no perduró, pero que ha dejado muchas lecciones para las generaciones futuras.
La teoría de la relatividad que descubrió Einstein  hizo que nuestros conceptos sobre el tiempo y el espacio nos hicieran más vulnerables, aunque soñemos con el superhombre  muy diferente al que preconizaron los inspiradores de la segunda guerra mundial, donde la existencia del ser humano y de la vida en general en nuestra constelación y en el universo lo hacen ser el verdadero transformador de su existencia  y del medio ambiente, mediante el trabajo.
Más vulnerables cuando sabemos que nuestro sistema solar y la vía galáctica como las otras que se han descubierto, los científicos nos dicen que se están alejando entre sí como producto de la gran explosión, y que las estrellas que hoy vemos solo son los reflejos de sus luces de lo que fueron en otros tiempos.
Qué más que aquella película de Kubrick que en “Odisea del Espacio 2001″ nos refleja lo descubierto por Eisnteín, cuando estos colonizadores regresan de su viaje del espacio sideral a la tierra, y ya no se encuentran con los familiares y los amigos que los despidieron porque ya su generación no existe; y los que los reciben son sus descendientes. Son tan efímeros, que al verlos  bajar del cohete que los transportó entre las galaxias, solo sus vestimentas quedan en aquel terraplen de aquel aeropuerto, pues sus cuerpos como vestigios de lo que fueron se van desmoronando ante lo avasallador del tiempo en el que la vejez resulta tan relativa en el espacio como en nuestra tierra porque somos tan efímeros…
Hay un viaje que imaginé y escribí titulado “El tren del amor y el ensueño”  en La Leyenda del Dorado basado precisamente en esos conceptos de las leyes físicas descubiertas y elaboradas por Einstein en su teoría sobre la relatividad. 

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