Creencias milagrosas (Parte 2)*


deautista | Lunes, 5 de diciembre de 2011 | |

Estaba muy joven cuando leí en unos documentos políticos sobre lo que dijo en alguna ocasión, Calibán, un periodista que hizo fama en nuestro país: “Si no existiera Dios, habría que inventarlo”. Aunque desde muy niño, tal vez por mí autismo, leía incluso artículos de periódicos, revistas, y libros, que incluso no entendía por mi desconocimiento sobre el significado de las palabras o porque eran temas que por mi corta edad o desconocimiento de física, química o materias que todavía no había estudiado, pero que todavía  recuerdo que en alguna parte lo leí. Ha veces he creído que pudo ser cierto, e incluso en “Lulú.es” creo que circula un libro con este mismo título. Eran tiempos donde se nos dividió mediante los colores políticos, tanto así. que pertenecer a un bando o a otro, era sinónimo de controversia donde los malos y los buenos dependían del grupo político que gobernaba. E incluso creo, que los documentos que eran de una organización política a éstos, también lo hicieran como labor propagandista para difamar de otros. No sé. Pero creo que tenía la razón. Así se ha gobernado a los pueblos durante casi toda la historia de la humanidad. Muy probablemente, éstos lo hacían basados en las creencias leninistas, que afirmaban que la religión era el opio del pueblo, y en medio de esas obtusas afirmaciones, todos tenían algo de verdad en ellas. No porque la labor de la iglesia que hace parte de nuestra cultura occidental, y que los jesuitas han sido unos de los mejores exponentes en cuanto a la creación de riqueza y de cultura en nuestro país, así Tomás Cipriano de Mosquera con la “Desamortización de las manos muertas”, y su expulsión del país hubiera tratado de impedir este coloniaje  cultural qué para los liberales  en su momento, preconizaban las libertades religiosas contra el poder que ellos ejercían espiritual y económica en el pueblo.
Es algo que todavía no puedo olvidar, pues me recuerda a un profesor de religión en el colegio de San Simón de Ibagué,  materia que me hizo perder el año por intensidad horaria académica,  que puso a rezar durante mucho tiempo a mi mamá ante sus súplicas, pues solo le sugería que orara porque Dios era el que podía hacer dicho milagro. Vale decir que yo nunca creí en éste, por las historias que conocía, a pesar que una señora trató de ayudarme, que era vecina de él en su casa de La Pola, y de la cual ya he contado conocía cómo quería en esas debilidades humanas apropiarse de tierras ajenas, construyendo sótanos, y que en "Un autista en Colombia“, que según creo adonde hoy está el seminario mayor de Ibagué, fue expulsado del colegio nocturno que tuvo, porque iba construyendo dentro del subsuelo todo lo que pudiera en un afán de conseguir bienes materiales. Somos humanos.
Y sin embargo comparto que las creencias hacen milagros.
Yo anduve por muchas plazas de mercados cuando por esas circunstancias aciagas a que fui sometido, resulté vendiendo libros populares que comenzaron con unos libritos piratas de frutoterapia que se conseguían a un buen precio, y se vendían como pan caliente pues los vendedores incluso traspasaron fronteras, ya que su distribuidor y creador, un paisa(antioqueño) lo popularizó. Y no por cuenta de él, sino porque en verdad su autor que ahora está en España, nos demostró el valor que representan las frutas  para muchas enfermedades, además de la nutrición que pueden hacer en nuestro cuerpo. Fue una fiebre y un buen desenlace de este mercado que hizo que yo saliera del aislamiento sicólogico en que me encontraba, pues además de tener varillas en la columna vertebral, sicológicamente no estaba tan cuerdo,  ya que desde hacía años era víctima de esos engendros que se encargan de llevar a una persona al cementerio mediante sus trabajos infames. De éso hará ya viente años, creo. Aunque todavía hay unos que siguen preparando su festín, porque quieren terminar con lo que otros no pudieron, en esos trabajos a los que nosotros llamamos los más malos de los malos, pues su mezquindades no los deja vivir tranquilos.
Me aferré al libro original como ningún otro, y no hubo poder humano que me distrajera, y así pude soportar la persecución sicológica  a que fui sometido recién salido del hospital de la Hortúa, y estando todo ido de la cabeza.
Ya me había intentado matar, porque fui drogado y vapuleado en medio de un trabajo sutil que arrancó desde niño, en esas labores que se parecen mucho a los que hacían los Nazistas con los menores de edad educados para servir al Fuhrer.  Lavados de cerebros donde Ud. resulta siendo el bobo o la mascota para aquellos que en su momento, hacían las veces de promeseros sociales, y que con los años fui descubriendo que lo que hubo fue un extraño complot de toda una vida, y que hay muchos que todavía no se aferran a la idea que somos tan libres como las aves en el viento. Uno supone que tienen su negocio, a pesar que nos hagan creer otras cosas.
En las plazas de mercado, vendiendo libros de medicina natural, de bruejeria y de derecho, comencé a entender en parte la ideosincracia de nuestro pueblo. Yerbateros a los que sus clientes todavía hacen colas para una consulta sobre una yerba, o sobre una sanación para una enfermedad, o yerbas que les dé la buena suerte, o que les sirva para el negocio que tienen, y para tantas otras sanaciones del espíritu, que a pesar que las yerbas sirven para muchos males, vale más la fe que en ellas se tenga.
Aunque frecuenté durante muchos años estas plazas de mercado de Bogotá y en otras ciudades,   en la Samper Mendoza que queda en el barrio Santa Fe, se puede dar uno cuenta del poder que tienen todas estas creencias, cuando los viernes por la noche, semana a semana, ésta se convierte en un hervidero de creyentes naturistas y brujos, que van allí al encuentro de los que las llevan desde otros puntos del país para que sean distribuidas en todo nuestro territorio. En un sector de la ciudad considerado zona roja, que en otro tiempo fue el símbolo de una aristocracia pujante, pues allí, y en la plaza de Palo Quemado que queda cerca, están las mayores distribuidoras del pescado de mar en nuestro país.
Creencias milagrosas. aunque no lo crean, vendiendo y leyendo estos libros, así como otros de derecho en las reformas que ha habido en estos últimos años, fui saliendo de ese atascamiento mental a que me tenían sometido unos malos hombres que sólo en sus cabezas pueden caber sus maneras de idiotizar y amedrentar a una persona en las calles. Un vecindario tan particular, que solo lo comprendemos unos pocos. Hay muchos que se han muerto sin darse cuenta de que fueron utilizados por unos esbirros adonde el poder y el dinero es lo que prima.
Es un milagro,  todavía estar vivo y cuerdo.
La leyenda del Dorado

*Blog hackeado el viernes 29 de agosto 5.30 - 5.40 P.M. aproximadamente en el café Internet  del Centro comercial de San Roque de los franciscanos, donde miembros de "Los adultos  mayores" y "Familias en acción" recurren a sus servicios, lo cual resulta paradójico.
-Lo que Ud. dice es más que ofensivo. me dice su administrador cuando le digo que estoy siendo hackeado, y que en este sector como en el San Pedro Alejandrino de Ibagué siempre me sucede lo mismo.
Claro está, que en otra ocasión algo parecido me sucedió ahí, y en el mismo computador. Entrando a mano derecha del negocio, en el segundo computador.  Así dejo este blog, tal y como el hacker me lo dejó. Presuntamente es debido a un imaginario perfecto. Tal vez, de pronto no se parezca a los hackers que lo hicieron con el mismo gobierno antes de las elecciones presidenciales y del cual creo que son parte. ¿O si no...?
Y en Ibagué contra un autista. Vaya, descaro.  

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