Torturas sicológicas



Ahora que se sabe sobre una periodista colombiana que fue presionada sicológicamente  que da pie a que se haga una investigación sobre esta vil manera de amedrentar a una persona, qué tal que “El Embrujado” se le diera por contar todas las historias mediante las cuales ha sido maltratado sicológicamente durante más de 50 años por cuenta de supuestos esbirros que obedeciendo a esos intereses secretos policiales, derrumbarían por completo toda esa urdimbre en la que los hombres de ley son de los mejores.  A todos nos duele, porque estos imaginarios que arriesgan sus vidas por nosotros en una de esas malas pasadas de las vida, terminan convertidos en los peores, a pesar que  quisiéramos fueran el ejemplo a seguir por todos nosotros. Nos duele porque hacen parte de nuestra sociedad y porque los consideramos de los mejores. Que en la viña del señor todo se pueda dar, hay que lamentarlo porque pagan justos por pecadores.
Sin embargo, en una sociedad tan mediatizada como la nuestra, en la que los malos y los buenos están muy bien diferenciados, uno pudiera creer que están haciendo lo que su conciencia les dice. Descubrir a los delincuentes.
Parodiando a aquel viejo adagio del presidente Kennedy que decía:
“No pregunte lo que la patria puede hacer por Ud.” “Pregunte lo que Ud puede hacer hacer por la patria”.
En aquellos años en que la “Alianza para el progreso” se impuso en nuestro país con su visita, mientras los movimientos estudiantiles hacían un eco muy parecido de lo que últimamente se presentó con la reforma de la educación cuando se pretendía privatizarla, y cuando era ministro de educación Luis Carlos Galán, que fue asesinado más tarde por esos demonios de la droga y la desesperación que han hecho tanto daño a nuestro país.
Se discutía precisamente sobre el mismo tema: “La privatización de la educación en las universidades estatales”, en medio de bombos y platillos, que desencadenaron toda una ola de malestares sociales con la visita de Nixon a nuestro país, en medio de esa violencia social muy nuestra que viene desde los albores de la independencia.
Y uno así, parodiando a aquellos actores podría decir:  ”Yo qué les debo”.
Ser conejillo de indias, y haber sido sometido durante muchos años a una especie de tortura sicológica por vecinos y familiares mediante el amedrentamiento en las calles como cualquier vulgar delincuente, por cuenta de esas fuerzas oscuras que solo hasta ahora vamos entendiendo, y que la periodista ha logrado contar, pero que el imaginario del “Embrujado” hasta ahora ha contado una mínima parte de lo que le ha sucedido.
A veces uno se enfrasca en esos delirios de familias que quieren saciar sus apetitos personales, pero que uno no entiende cómo pueden participar tantos actores que van desde los ladronzuelos y las prostitutas, los homosexuales,  los inescrupulosos que nos recuerdan aquellas películas de Buñuel y de otros directores de cine que nos las han contado, hasta esos actores que hacen parte de esos organismos policiales cuyos miembros a veces se nos parecen a los ejecutores de sus propios apetitos personales donde el dinero y los bienes terrenales son los que importan, mientras la ley que el estado les delega mediante la fuerza y la coercion solo hacen parte en la medida que los beneficien.
Cómo puede entenderse, que al Ud. salir de la misma casa en que vive, sea amenazado. Qué dentro, también lo sea. Que se tenga a su servicio toda una serie de amedrentadores que hacen lo que les diga el que tiene la sartén por la mano.
Ud. un buen día sale de su casa, y le van apareciendo torturadores sicológicos tan bien elucubrados, que por el solo hecho de ser la respuesta a lo que ha dicho sobre ellos, sabe de que son de ley o sus perseguidores muy disimulados. Se lo están haciendo saber para que entienda que está amenazado. Que si se descuida lo matan o le hacen el daño a algún hijo.
Y son ladronzuelos que se cogen sus nalguitas, mujeres que también lo hacen, y hasta niños que meten en sus cuentos ha que hagan lo mismo sin importarles en nada sus consecuencias.
Que Ud. se quiera tomar una cerveza, un café o un capuchino en cualquier cafetería, y se lo nieguen. O en un supermercado de esos de barrio le salgan con el cuento que no ha pagado la cuenta cuando ya lo hizo, y pretenden cobrársela doble.
Que se siente en una tienda y pida una cerveza, y le digan que no, o que el dueño le cobre algo que no pidió, pero que si no lo hace no lo atiende. Ud. que está cerca del teléfono del negocio, escucha cuando éste timbra, mientras el dueño acude a responder, y oye cuando  le comienzan a preguntar cómo es su comportamiento personal.
-Es un ben cliente, responde.
Ud. cree que están preguntando sobre su vida.
Cuando vuelve a aquel negocio después de haber sido uno de sus clientes durante años, ya éste no es el mismo. Incluso, parece que fuera su enemigo.
Que haya sido detenido por unos sabuesos estatales muy joven, cuando en realidad era solo un niño, y todavía no sabía de estos percances ni siquiera ideológicos porque solo iba a que un amigo le prestara un dinero para sacar un reloj que tenía empeñado en una prendería en la avenida décima con once en Bogotá, y a cambio termina preso en el D.A.S.; y que todo parece a lo que ahora nos cuentan sobre la periodista que dijeron ha sido perseguida, ya que además durante ocho días nadie supo de su paradero, mientras uno de aquellos acuciosos detectives violando las leyes le pregunta y le insinúa que qué es lo que hace, y como si conociera toda su vida, le va contando cosas que aparentemente son normales, le dice que asistió a un congreso de estudiantes en Medellín, donde precisamente con un amigo(Rurico) les retuvieron sus tarjetas de identidades por parte de unos auxiliares que se dicen son de estas personas que tanto ayudan en las catástrofes (Defensa Civil), pero que en este caso solo lo hacen por que alguien les ha dado una orden, mientras le van creando un delirio de persecución.
Sería largo contar todas estas historias donde a una persona se le ha hecho creer mediante toda una estrategia de provocaciones y de persecuciones, que se es un perseguido, y  que a la vuelta de mas de 50 años después de haber sobrevivido a esas torturas sicológicas, se termina por comprender que hay un extraño incordio de familia, y de policía porque nunca se ha considerado ni ha sido un delincuente.
Si otros lo dicen, serán por algo.
Y solo a ellos, si les compete deberían haber denunciado ésto ante las autoridades respectivas.
En las calles, Ud. se encuentra con un amigo que hace años no lo veía, que trabajaba en una empresa de Screen en el antiguo sector de Sears en Bogotá, adonde su papá y unos hermanos medios que conoció muy superficialmente, y que le pregunta sobre otros amigos de universidad en que estudió, al cual le manifiesta que ni siquiera los conoce porque lo único que supo de ellos no fueron más de unas perrateadas en la que fue drogado muy sutilmente, y que en una de esas fiestas hechas por un Primorov, resultó dormido hasta que se despertó en otro sitio muy al estilo al de “Laurentz de Arabia”. Que además en esos trabajos de sicología mediante el miedo y la zozobra participaron tantos como si en verdad fuera un delincuente de marca mayor, y claro que llegando a aquella casa maldita cuando vivió en ella, y cuando regresó de Venezuela,  los vigilantes privados de turno hicieron todo lo posible para amedrentarlo. Muy cerca, a dos cuadras de la casa, uno de ésos hace el papel de bajarse de la moto, mientras le da un patadón con sus botas.  Una loquita que siempre lo estuvo esperando como si lo hubiera estado vigilando, lo amenaza con los policías del barrio, mientras el hijo adoptado por una tía  casi lo mata dentro de su misma casa, y  le reafirmaba  que había esperado once años. Desde niño, mejor dicho.  Un día ve a la loquita que entra a una de las casas de uno de los vecinos que le vendió la casa a la tía, con sus propias llaves, y solo así  recuerda que hubo otro gendarme que frecuentemente dejaba su cinturón con su revolver colgado en la tienda que tenía en Bellavista al sur de Bogotá, y cuyo nombre le recordaba también a Bello Horizonte en  un proyecto de novela que escribió en Venezuela, y de la cual ya dijo en estos blogs,  mientras le contaba que una muchacha disfrazada de hombre y otros dos muchachos atracaban en aquel barrio a altas horas de la noche, pero que en este caso fue atracado para matarlo a muy tempranas horas de la noche, cerca de un puente.
Ud. estaba loco, y allá había llegado por cuenta de un tal Aldana, empleado administrativo de la brigada que queda yendo ha Santa Librada. También hay otro Aldana que conoció en el Capablanca, en un club de ajedrez famoso de Bogotá. Este último era uno de ésos que había salido herido en esas guerras de cuarteles en un dedo por cuenta de esos enemigos del Estado, que había estudiado bachillerato en un colegio muy famoso en de El Libano en el norte del Tolima,  para ser más exactos, adonde un Cuchumina, un amigo de niño en Ibagué, y que debido a éso fue entendiendo que había un extraño enredo de familia y de policía. A los pocos días tendría que abandonar aquella casa, en un estado mental muy desequilibrado, porque se le estaba tratando de provocar el delirium tremens. Trabajo sicológico que se le venía haciendo desde joven, incluso mucho antes de ser profesor en una escuela de Picaleña y en la de Boyacá en Ibagué.
Cuando cursaba la Normal en la misma ciudad para escalafonarse en el magisterio, Gustavo G., un policía profesor, y cuyo nombre le recordaba al de un primo antioqueño, pues su apellido era el mismo del familiar del “Embrujado”, y que debido a esas  manifestaciones del magisterio que se daban contra el gobierno, éste le echó un cuento, después de contarle muchas otras hisotrias y de haberlo acompañado a la estación policial de la 21, pues era allí donde vivía:
-”Lo están buscando. Váyase y escóndase".
Fuera de toda la lengua que echó para impresionar todo parecía a que alguien por lo alto de dichos organismos policiales lo había inducido a entablar su amistad tal y como otros durante muchos años se le fueron acercando como si de verdad algo se fueran a ganar . Vale decir que ya iba por el camino en que el alcoholismo lo llevaba de la mano desde niño, cuando aquel profesor policía se le acercó lo hacía para provocar el miedo. Situaciones parecidas  sucederían durante muchos años, que hasta ahora que las vengo contando me hacen caer en cuenta que los amigos que me rodearon y los familiares cercanos con los que anduve durante toda mi vida, se valieron de estos pretextos mientras fueron sucediendo cosas que no entendí en su momento. Y en verdad parece que en esos ríos revueltos algo querían que ganarse.
Estaba ya demasiado alcoholizado como para darse cuenta del trabajo de sicología que le estaban haciendo.  Y lógico que  habrá que contar cómo a una persona se le puede llevar hasta el despeñadero y la locura, o la muerte. Claro que esto no es óbice para achacarle toda la culpa a los demás. Pero hay que reconocer que el alcoholismo es una enfermedad, y que yo la viví desde muy niño.
Estaba marcado, y había negocios de familia.
Así fue como comenzó esta tortura sicólogica que todavía no termina. Habrá que contar más.
Parodiando al presidente Kennedy, sin compartir sus proyectos podría decir lo mismo:
-¿Qué debo yo desde niño a estos personajes?
Y también podría responder que en este tipo de trabajos como el que se hizo conmigo, también salen los embaucadores que meten a más de uno en sus historias para así también participar del festín, haber que ganancias pueden sacar de dicho entuertos.
Así, es muy difícil salir de ese laberinto.
No me vayan a decir que soy un desquiciado. Lo que si puedo decir, es que me volvieron paranoico.

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