Entre reyezuelos y pantanos

Y claro que disculparán que para hablar sobre este tema uno tiene que bajar por Internet alguna fotografía alusiva a lo que uno quiere decir. Muy a pesar de lo que contiene una leyenda, pero que el autor lo hace porque  quiere contar sobre ésta otra historia. Podría haber acudido a lo pantanos bogotanos que han ocasionado tantos desastres con el cambio que la naturaleza ahora tiene, que por haberlos desecado para construir urbanizaciones y universidades en un medio natural en la que no contaban con la lluvia inclemente que azotó a nuestro país con el fenómeno de la niña, hizo que el río Bogotá se desbordara de su cauce, y que a su vez los que antes fueron fueron humedales recogieran toda el agua vertida de los cielos regresaran a estos sitios, que como en la universidad de la  Sabana y en casi todo el norte de Bogotá todos estos terrenos donde hay construcciones se inundaran.
No se trata de ésto. Solamente es un pretexto para contar otras historias que el autor ha vivido no solo en estas planicies bogotanas sobre las que se atreve a decir que por haberlas andado palmo a palmo puede corroborar que detrás de toda esta colonización en la que la ciudad creció fueron llegando gentes que han dado a luz todo un imaginario donde la población se ha compenetrado tanto con estas construcciones que han creado toda una imaginaría sobre sus vivencias adonde hay centros comerciales, barriadas donde el común de los ciudadanos  han construido un espacio social, en el que han crecido otros que también han hecho unos mundos que van desde la antigua idiosincrasia de su origen a otra nueva que incluye la violencia y los buenos sentimientos de los que antes creyeron que todos podríamos ser de los mejores ciudadanos en lo que antes se llamó la Atenas suramericana.
Así, en medio de esos pantanos fueron surgiendo reyezuelos imponiendo unas costumbres en una ciudad como si ésta fuera parecida a la de los ghetos de los judíos y que nosotros llamamos los barrios marginales porque en ellos  se da una  violencia que se expande a toda la ciudad, aunque según parece ahora ésto no se puede diferenciar porque desde otros barrios que no son marginales, y por ciudadanos basados en esos ardides que nos han creado de vigilancias particulares nos han confundido tanto que pareciera que desde allí han surgido todas estas endemias  donde las marcas o estigmas se dan sin que nadie tenga a bien importarle.
Los que hemos vivido toda una serie de persecuciones desde muy niños sin saber porqué, podemos aducir que son ciertas, y que incluso los que las han instigado han sido de los mismo familiares,  y que todavía uno no puede entender cómo éstos pueden tener tanto poder  porque debería ser lo contrario. El poder lo ejercen los que lo tienen, y son precisamente  las autoridades las que deben ejercerlo para proteger a los ciudadanos indefensos, tal y como reza en nuestra constitución; pero da la mala suerte que uno ha vivido lo contrario durante muchos años. Valga decir que desde que se tiene uso de razón, y ha sabiendas como en esas películas donde se usa la inteligencia para ir creando modelos psicológicos para idiotizar a una persona, para hacerle creer que es lo peor que la sociedad ha dado, para confundirlo incluso en medio del miedo con que logran amedrentar ya que cuentan con los recursos de un estado cuasi-parásito que en esa falsa ideología adonde el enemigo está por dentro, lo convierten a uno en un paria sin saber por qué. Por lo menos yo no lo he sabido, y hasta ahora que he logrado reconstruir parte de mi vida, de congraciarme con estas nuevas tecnologías, de superar las amenazas incluso de los mismo familiares, del tormento ha que he sido sometido por cuenta de estos mendaces donde estos personajes haciendo gala de que son los vigilantes de nuestras sociedad, usando los más desenfrenados trabajos psicológicos, amañadamente me han manipulado que hasta casi logran lo imposible:
“Matarlo a uno mediante la sicosis”.
Habrá que cobrarles la varillas que tengo en la columna vertebral y las persecuciones de supuestas autoridades policiales donde cualquier organismo estatal o de gobierno podría quedar muy mal, cuando el autor sabe que no le debe nada a nadie ni a la misma sociedad; y que como perogrullada los mejores son los malos, y los buenos tenemos que aceptar que eso es así. Y como delincuentes a diario se nos amenaza en las calles por esas fuerzas oscuras en un país tan demasiado vigilado que nadie se ha dado cuenta que los ciudadanos de bien estamos pagando los platos rotos ajenos.
Y claro que en estas calles nadie se da cuenta de ello, solo los que estamos sufriendo estas persecuciones  que van desde la amenaza sutil  por cuenta de unos farsantes hasta esos que andan por las calles en su rebusque; que si se acerca a un sitio o dice algo, en seguida se lo repiten en la casa o se lo mandan a decir con otros, que uno ni conoce ni sabe quiénes son pero que con sus lenguas viperinas son capaces de llevar a otro al matadero. Solo así cualquiera puede afirmar que ha tenido sus propios perseguidores atormentándolo desde que tiene uso de razón y que ha estado en la boca de los delincuentes que en realidad parecen que mandaran en las mismas calles.
A punta de lengua y de los rumores que van creando en los negocios a donde normalmente uno va a vender, de lustrabotas y vigilantes de carros , de vendedores de todo tipo, pareciera que uno fuera el forajido con el que algo se van a ganar. Y a pesar que estas persecuciones han ido disminuyendo porque se han ido cansando, hay otros que insisten. Insisten, hasta que caigan en la cuenta de que con tanto repetirse se sabrá quiénes han sido los artífices de ésto. Mucho más, cuando ha sido de toda una vida.
Andan confundidos. Tan confundidos que bien vale contar algunas de estas historias que el autor ha tenido que vivir en esta ciudad. Una ciudad pequeña donde fácilmente  cualquiera puede saber quiénes son los que instigan.
Y lo bueno es que apenas ha vivido unos pocos años en ella. Menos años de lo que cualquiera podría suponer, pero que según parece la fama es mucha.
Habrá que preguntárselo a ellos.
No sé. Se parece a las historias que viene contando “El Embrujado” . Y eso que dicen que anda loco. Todos se burlan y lo amenazan en su propia cara. Y además le tienen secuestrada a su hija.
-Qué  la liberen.
Para que así todos podamos vivir tranquilos.
Esos personajes a mi me parece que son de malas pulgas. Como las de Bogotá.

Entradas populares de este blog

Asesinatos perfectos

Asesinatos perfectos

Convidando a papá (5a parte)