Noticias de "El Embrujado"


Es triste pero hay que decirlo, “El Embrujado” está convencido que le han tenido secuestrada a su hija. Estuvo muy loco. Tanto así que durante años no entendía porque lo amenazaban, ya que aquellos supuestos hombres de la mala ley lo agredieron con el fantasma de “El Lobo estepario” de Hernan Hess, y que un tío suyo (Martín) mediante su hija le prestó un libro sobre los judíos en “Treblinka”, y que otro hermano suyo hace unos pocos años (el tío karlos) le regalaría uno de esos billetes viejos y desvalorizados de Polonia, en esos tiempos siniestros que sin saber quién era andaba por esas calles bogotanas ante la inclemencia de los que azuzaban a sus perseguidores, mientras Mario Clavijo, un ajedrecista que conoció en un club de ajedrez, un personaje que andaba más vaciado que cualquiera lo invitara a tomarse un café con leche en la plaza del barrio las Cruces, y le dijera que él era hijo de judíos, y que su padre lo había adoptado por unas cuantas monedas. Aunque uno no puede creer en esas coincidencias, Clavijo murió por esos días, y el le  hizo caer en cuenta sobre el perro que tuvo, y  al que llamaba Damian, que fue muy parecido al que llevó un vecino a la casa “Embrujada”, y que casi lo castra en la puerta de su casa.
El imaginario de la persecución se lo fueron acentuando de tal manera que cuando comenzó a regresar de su locura a la realidad en medio de la voracidad de las persecuciones en la que fue pateado por gamines en las calles, arrojado en un cerro por unos policías, después que con el odontólogo Hernandez  se tomara algunos tragos muy cerca de El Capitolio, hubiera sido robado y amenazado muchas veces, mientras en aquella casa maldita sus perseguidores que eran de ley de manera obstinada lo agredían, así como le sucedió a Jesús de Nazareth en su recorrido hasta su crucifixión,  se fue dando cuenta que sus hijos estaban siendo manipulados.
Si, su hija se la tenían secuestrada, y en ese largo camino le inventaron un novio, y una universidad tratando de repetirle lo que hizo de joven, que incluso en el colegio San Simón le hicieron creer que ésta había perdido el año, y los conspiradores le fueron saliendo y lo fueron agrediendo, que no les importó en nada tomarle una foto en un barrio, y azuzarle a todos los delincuentes habidos y por haber que hasta los mismo cuidanderos de carros y loteros terminaron de mejor familia que él.
-¡Hey! Familia. Liberen a mi hija.
Todavía se lo oigo decir cuando grita en esas noches en que sueña con su hija. Sabe que la tienen secuestrada, y todos saben quienes lo hacen.
-¡Libérenla!
Estos son delitos de lesa humanidad porque cuando se hace reiteradamente y durante toda su vida, tal y como me lo ha contado, esos rufianes deberían estar en la cárcel.
-¡Imaginarios de malas pulgas! Libérenla.
¿Cual es el negocio de estas familias que torturan hasta a sus familiares?
-¿Cuál, me pregunto yo también?
Liberen a la hija de “El Embrujado”.

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