Sarkozy: "Una derrota prevista"

Siempre he confundido a este presidente con un actor Galo del cual ahora no recuerdo su nombre. Un presidente que encarna el presidencialismo que ha influido en las constituciones de nuestros países en recuerdo de las reformas de lo que fue el famoso "Brumario de Bonaparte".  Su figura me recordaba a esas viejas películas que hicieron fama por la calidad de sus directores y artistas del momento. A esas películas de epopeya y de romanticismo que encarnaron actores y directores donde cabían una Brigitte Bardot, o un Godart o Francois Trufaut como directores; e incluso me evocaba a Casa Banca con  Bogart  en su memorable actuación en aquel casino donde se jugó la vida con los los alemanes para salvar a una antigua enamorada suya y su esposo. En esa guerra donde Petain para unos traicionó a los franceses por querer evitar que su país entrara en la guerra contra los alemanes, mientras Charles Degaulle hacía lo suyo en Inglaterra que a la larga le dio el derecho a constituirse en presidente en la V República  después de la liberación.  Un hijo de un inmigrante  de Budapest, que vivió la guerra y terminó casado con la hija de un judío convertido al catolicismo. Tal vez me equivoque de lo que digo, pero en esencia es que para los franceses la era de su gobierno parece terminar ante la crisis económica que vive Europa, y que se parece en cierta medida a los sucedido con los países que constituyeron la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) que cayeron ante el fracaso de la burocracia socialista y al atraso económico  que produjeron las innovaciones que los países capitalista hicieron en el campo de las comunicaciones con el Internet y el desarrollo de nuevas industrias más efectivas a lo que realmente querían los dirigentes de los medios socialistas de producción.
Es posible que este quiebre económico sea la factura de cobro ante la avalancha de los inmigrantes que se dieron desde que la caída del Muro de Berlín permitió la unión de las dos Alemanias que a su vez hicieron creer que el sueño encarnado anteriormente en el barrio latino con el mayo francés en la que los estudiantes secundados con las clases trabajadoras y la clase media desencadenaran toda una serie de acontecimientos  que pusieron en tela de juicio  las contradicciones de una Europa que queriendo crear un bloque económico y social, ahora se encuentra ante una crisis desbordada que amenaza con su estabilidad y su unión.
El revuelo porque los socialistas regresen al palacio del Elíseo encabezados por Hollande han hecho que el que llegó a permitir que los musulmanes en su país también fueran parte de un entorno social acorde a lo pregonado por las ideas liberales de su país, ahora ante su posible derrota comparta la tesis de los xenófobos y nacionalistas pretendiendo acaparar los votos de Mariane Le Pen que por primera vez con el 20 por ciento reclama un triunfo ante los que considera han detentado el poder económico y social. Tal vez por éso ha respaldado las persecuciones ilegales a los gitanos, muy al estilo de lo que los rumanos hacen, para ganarse el afecto de las voces de la ultra derecha.
Es muy probable que en las próximas elecciones su era de poder llegue al final. El solo saber que en Grecia o en Italia muchos ciudadanos se suicidan por la crisis que viven, que nos remontan a los años escalofriantes  de la década del treinta en el siglo pasado; o como lo escribió un periodista en El País. com  sobre cómo un antiguo asalariado negocia su salida de una empresa, y no cobra lo que le corresponde a cambio que a su hijo le den un empleo. Empleo que terminan dándoselo por un tiempo de horas determinado y con menos sueldo. Algo que nos remonta a las prácticas más  atrasadas de nuestra sociedad occidental. Y todo ésto en medio de la modernidad que tanto hacemos gala.
Aunque la historia parezca repetirse, no será lo mismo.

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