En las garras de la delincuencia


Existen maneras muy sutiles de amenazar a una persona.
A manera de ejemplo. Ud. llega a su casa después de haber escrito algo por Internet, y en seguida le salen unos pelambres desde una moto, o de en un carro, y le gritan en tono amenazante. Es más le pasan un carro parecido al de un familiar o de un vecino y le grita:
-¡Cacorro! ¡ Marica!
O también:
-¡Ladrón!
Puede ser cualquier cosa alusiva a lo que he escrito, y es una técnica moderna por que no a nadie se la hacen tan descaradamente. Por los días en que tuve que abandonar la casa que mi imaginario particular ha contado en otros blogs "Crónicas Gendarmes", en unas historias que no parecen ser ciertas sino producto de su imaginación, contra el autor se gestaron muchos complots en esas calles de Bogotá que tanto conocí durante más de 30 años, y que además debo de decir que soterradamente el autor fue cayendo como consecuencia de esas amenazas y vivencias, en un miedo terrible que duró por años, pero que para su desgracia ahora ha comprendido que más allá de lo que cualquiera pueda decir, siempre estuvo en las garras de la delincuencia, como si alguien lo quisiera matar, o una extraña marca de familia que hacía que muchos urdieran sus componendas que fueron desde que llegamos con una tía a aquella casa que “El Embrujado” ha dado en llamar “La Casa Embrujada“, y que además de ser amenazado y vilipendiado, hubo una especie de complicidad entre familiares y unos farsantes en la que hubo màs de un amigo, y por encima de todo unos personajes gubernamentales que siendo de ley, parece que su negocio ha sido además  de servirle al estado, cosa por la cual uno felicita pues sabe que arriesgan sus vidas por otros en cumplimiento de su deber, hacer trabajos soterrados donde se quedan con una casa, hablan de limpiezas sociales, y cuando uno se da cuenta los que caen en sus redes y los que utilizan no son más que unos desquiciados por el vicio, a los que insuflan para que cometan sus delitos a cuenta de otros, haciéndoles creer que están haciendo justicia.
A mi me salió y siguen apareciendo más de uno durante todos estos  años, que pueden ser los de casi toda mi vida, y he podido comprobar como una red que iba desde familiares hasta vecinos, orquestando su sainete de truhanes, casi me matan, a pesar que me enloquecieron mediante el miedo y el pánico, pero que con los años debo de decir que no fue por físico miedo, sino porque fui drogado en más de una ocasión, aprovechando esos desequilibrios que cualquier humano puede tener, cuando por haber sido autista, o por falta de autoestima, o por que como aquel proverbio que dice que “el diablo no es diablo por eso, sino por viejo”; cuando la experiencia y la formación le permite a uno comprender la canallada a que puede llegar el ser humano, en estos personajes de calles, que además de ser esquiroles, lo que están son pendientes a ver cómo se ganan su billetico.
Y son descarados. Tal vez por éso terminan mal.  En todo un barrio y en toda una ciudad como Bogotá, fui objeto de vejamenes y provocaciones, que incluso casi llego a perder mi vida varias veces en la misma casa, y de la cual he venido contando, pero que con tristeza sin bajarme la moral, he podido ver cómo cohabitan estos personajes de mala ley con los delincuentes que incluso es un milagro estar vivo, y además estar contando estas historias que son ciertas, pero solo lo saben los que me han lo han hecho.
Cuando un perro me mordió los testículos en la puerta de la misma casa,  todo el infierno se me vino encima desde aquella época, y éso que todavía no había dilucidado cómo me fueron sucediendo cosas siniestras y de peligro desde que salí de Ibagué muy joven, y que he venido contando en más de un blog, sin que haya encontrado hasta el momento, alguien que pudiera decir:
-Estamos contigo.
Por el contrario, cuando salí de Ibagué  yo ya estaba casi que alcoholizado desde niño, claro que  uno no le puede echar la culpa a nadie, sino a la desgracia de haberse ganado la lotería con estos especímenes, y que cuando se está joven todavía no tiene realmente los pies bien puestos sobre la tierra, y cualquier delincuente le puede meter cucarachas en la cabeza.
Lo peor de todo es la infamia y la manera como lo hacen. Con los años uno va entendiendo casi todo, y la manera como se le puede llevar a una persona casi que a la muerte.
E incluso uno termina en la boca de unos delincuentes, como un pervertido, o un amoral, cuando en realidad éstos lo son.
Y en especial cuando de por medio están esos imaginarios que todo lo saben, que saben manejar a sus víctimas con sus lenguas viperinas, y cuando como ha sucedido en estos últimos tiempos donde los informantes que seguramente deberían estar informando sobre los delincuentes, resultan en las calles briboneando, y no hay lugar adonde uno entre, que ya está marcado, como si fuera una peste, que incluso no solo lo intentan atracar, si no  que como bellacos salen a ver qué se consiguen en ríos revueltos, a sabiendas que no van a conseguir nada.
Y quienes los mandan, o los engatusan tras bambalinas, no son más que las malas pestes que uno ve a diario, que por esas cosas de la vida, en medio de semejantes trabajos de manipuleos sicológicos, cuando alguien se acerca a contarle una historia, ya sabe que obedece a otros. Los perfectos censores que a diario le salen a uno por Internet, así como otros, no son más que los perfectos delincuentes.
-¡Hey!
No me amenace disimuladamente.
Algo parecido a lo que ha contado “El Embrujado” al comisario Rincón sobre el secuestro de uno de sus familiares.

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