Asesinatos perfectos



Escrito por: jesusantog el 14 Jun 2009 - URL Permanente Escrito en el pais.com
Publicado en esa época en El País. Es

Pareciera que siempre ha sido así. En donde hay conflictos sociales siempre se presentan estos crímenes en el que el hombre menosprecia lo más preciado que se tiene. Nos hablan del libre albedrío, del libre desarrollo de la personalidad, y nos recuerdan que a Sócrates en esa época en la que los humanos en nuestra sociedad occidental comenzamos a pensar, fue obligado a beber la cicuta. Somos modernos, en la que la tecnología de punta con el invento del internet, nos ayuda a comprender en parte mejor el mundo; y sin embargo seguimos siendo los mismos. Cuando murió Gaitán, y tuve la fortuna de conocer a la señora que le dio por última vez agua para mitigar sus últimos minutos, el infierno que se desató no ha terminado. Son esos imaginarios, que si no logramos con la educación moderna olvidarlos, continuarán subyugando a los colombianos. Y seguiremos así por mucho tiempo por ese sendero de autodestrucción. Posiblemente muchos de los que abandonaron sus bienes materiales, lo hicieron presionados por el ambiente caldeado que se vivía en aquella época, y es de presumir que muchos lo hicieron en apariencia; pues es muy probable que les sucedería lo que le pasó a Mussolini al final de la guerra, cuando tratando de huir hacia adonde Hitler para que lo protegería, murió en las manos de aquellos que lucharon contra éste, a los que antes había perseguido. Y como éstos eran simplemente unos comerciantes, o poseedores de riquezas, caerían en las manos inescrupulosas de delincuentes o de personajes enraizados con el mismo Estado. En ese caos, en la que según hemos leído en libros, los lustra botas fueron los que iniciaron esa protesta, seguidos por sus seguidores, y por los criminales que fueron dejados en libertad, la ley y el derecho sucumbieron ante esa sublevación que no tenía ningún color político. Por qué no decirlo, en medio de todo ésto, saldrían los que siempre terminarían beneficiándose, ya porque sabían que eran de origen extranjero, ya porque simplemente estaban catalogados como parias, ya porque simplemente los acusaban de explotar al pueblo; o simplemente porque dentro de esos miembros representantes de la autoridad, subrepticiamente fueron montando un extenso complot para irse quedando con los bienes que no les pertenecían, mientras se daban golpes de pecho aduciendo que estaban ejerciendo su poder para reintegrar al país al estado de derecho, terminando con instaurar la dictadura del general Rojas Pinilla. Se desbordaría un país muy a pesar que con el Pacto de Benidorm, el Frente Nacional desencadenaría otra especie de dictadura después de la caída de Rojas. Así fue como muchos bienes quedaron en otras manos, y seguramente muchos hijos de la violencia terminarían en las manos de los que no deberían haber quedado. El autor ha conocido, amigos y familiares que saben muchos secretos, y que se las contaron desde joven como si en realidad se hiciera parte de esos que quedaron en ese laberinto, en donde en apariencia se le hace creer que es un enemigo social, cuando se termina comprendiendo que se ha vivido en medio de esbirros que más bien parecieran estar ejecutando órdenes ajenas. Todavía lo vive. Lo ha vivido de manera trágica, aunque ni siquiera ha pretendido poseer alguna supuesta herencia que le hubiera podido corresponder, pero adonde han aparecido otros como si estuvieran detrás de ella, o simplemente hacen parte de esa cadena que no nos deja olvidar la persecución a la que fueron sometido los judíos, o la que ahora éstos ejercen contra los palestinos. Estudiando en el colegio de San Simón, por aquellos años de juventud, conocí a un amigo que en una noche lo acompañaría a su casa en la plaza de Bolívar en Ibagué; quien me presentó a un señor ya muy mayor en años, y al que no le presté atención en su momento, pues uno hasta ahora estaba comenzando a pensar en otras ideas. Con los años lo recordaría, cuando el autor comenzó a vivir pesadillas por cuenta de personajes siniestros. Y claro que no sé, no recuerdo si fue en aquellos años de la muerte de Gaitán cuando dijo:

-Y el poder para que?

Ahora lo comprendo. Probablemente aunque subsistiera el estado del derecho, siempre hay otros que se aprovechan de éste en su beneficio personal, y seguramente, él lo entendió en su momento.

Así es como seguramente se hacen los delincuentes, cuando ven que el estado en vez de protegerlos los persigue. O porque simplemente por conveniencias particulares se les hace creer que son delincuentes. En medio de todas estas iniquidades es cuando se facilita para que se sucedan lo que el autor ha dado en llamar los asesinatos perfectos. Los escritores nos cuentan muchas veces sus vivencias sin adentrarse el porqué suceden, y nos recrean con estas aventuras trágicas, pero no nos dan las respuestas. Siempre hay un por qué. Como lo sugeriría seguramente el maestro Echandía.

Y claro que hay que decir que no se vaya a confundir este corto artículo con política, pues lo que el autor quiere contar es otra cosa.

 
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