El arte de enloquecer 21



Escrito por: jesusantog el 27 Mar 2011 - URL Permanente en El País.com 

Publicado en esa época en El País.es
Y qué tal que le recuerden rostros que Ud. ha visto en otra época, o que le surjan personajes en su vida, muy parecidos a otros que de alguna manera le recuerdan algo. Hace unos años, después que el autor fue llevado al síndrome de la locura en la que el miedo se convirtió en la manera obsesiva mediante la cual sus acuciosos perseguidores, comenzaron a hilar sus maquiavélicas y nauseabundas formas de amedrentar, en la que si alguien se le acercaba o le hablaba sobre un personaje, o discutía sobre cómo algún fulano había tratado de bribonear, le repetían alguna situación parecida, haciéndole caer en la cuenta que era producto de lo contado o vivido. Algo parecido a lo que hace su hacker enviándole sus mensajes sibilinos cuando entra a sus blogs para escribir. Un ocioso y depravado vividor a cuenta de su suculento y bien rentado censor. Un mal habido y discutido personaje en la que su moral se rebaja al extremo de convertirse en su pesadilla personal. Muy al estilo de los criminales que esperan a su víctima entre la soledad y el miedo provocado por ellos. Ninguna diferencia hay. Según Lombroso, los criminales tienen sus características personales muy diferenciadas de los del común de las personas de bien. Algo muy discutido, porque entonces de acuerdo a nuestros rostros, así actuamos en nuestras relaciones sociales de acuerdo a sus investigaciones personales, pero que de todas formas influyó en el siglo pasado en las corrientes que decidieron en los códigos penales de nuestros países sobre los códigos que sancionaban los delitos, corrientes que muy a su estilo fueron las que demarcaron el famoso positivismo de la cual hizo gala en su momento Gaitán al ser uno de los alumnos aventajados de dicha corriente en Italia, en una época en que Mussolini inspiraba a Hitler con sus teorías a ultranza sobre el peligro del judaísmo y el comunismo internacional que actuaban en consonancia contra lo perdido por éstos en la primera guerra mundial.

Rostros parecidos. Circunstancias personales casi idénticas, en las que nos ponen a pensar. Algo parecido al Ud. irse a vivir al Asia, en donde al encontrarse con rostros parecidos a los de su raza, los ubica como semejantes a su manera de pensar; mientras de paso comulga con los ideales occidentales que todos tenemos y que nos diferencian de esas formas de vida tan ajenas a nuestras idiosincrasias, en aquel mundo en donde la realidad lo hace vivir de los recuerdos. Parecido a las vivencias del personaje de la película del "Doctor Zhivago". O la de los ancianos cuando en medio de su soledad, sólo recuerdan el pasado que vivieron, y que de paso nos demuestran como Hobbes que nosotros somos "Los lobos de los propios hombres" muy al estilo de las ideas de Rosseau y de "Los Enciclopedistas" en la Francia de la "Libertad Capitalista", en nuestra manera de pensar occidental.

Un trabajo muy bien elaborado en el cual participan familiares que al estilo de esas sociedades decadentes y oscurantistas que ha tenido la humanidad, hacen que todo un conglomerado de vecinos y acuciosos amigos terminen por enloquecer a una persona, en la que los ladrones y los delincuentes son los abanderados de su suculento y bienaventurado botín, que no puede ser nada, sino la satisfacción de haber cumplido con su deber, muy al estilo de lo que hicieron los "Piratas" en su momento, en la que muchas veces en los mares del caribe contra los españoles, actuaron unas veces en nombre de la corona inglesa, y otras en nombre propio, a quienes los estudiosos los llamaron "Corsarios".

No hemos cambiado en nada. Nuestras sociedades, y las maneras de pensar de esos imaginarios acuciosos en su manera de actuar, siguen a pesar de los adelantos tecnológicos, actuando de la misma forma que hicieron los esbirros de la S.S.(Gestapo) en la Alemania Nazi, tanto que terminamos confundidos porque sus métodos en nada se diferencian de los actuales regímenes que ostentan muchas de las seudodemocracias, y de las cuales nos cuentan los periódicos en el mundo a pesar que se tilden de derecha o de izquierda.

En el "Arte de Enloquecer", todo vale. "El Fin justifica los medios", así lo dice la enseñanza de Maquiavelo. Esos rostros parecidos que no tienen nada que ver con Lombroso, pero que actúan como reafirmando sus postulados científicos, recuerdan sus vivencias.

En "La Casa Embrujada", un chofer de un carro oficial, le recuerda al esposo de una tía, que tuvo a un amante que tenía otra mujer en un barrio cercano, y que parecía ser su hijo a la vuelta de varios años, cuando ya la tía ha muerto en un lamentable accidente en Ibagué, y aquel personaje ha llegado a vivir en arriendo en la casa de otro que le recuerda al dueño de un perro guardián que casi lo castra, en donde el médico de medicina legal le afirmó que estuvo a punto de morir, y que por la incapacidad en su momento, y que por el tiempo establecido como incapacidad la la ley consagra que es un delito, y que con los años cuando después de haberlo enloquecido otros mediante situaciones personales que parecen de película (montajes), todo le parece parecido a un extraño complot en el que participaron seudo amigos que salieron no solo de Ibagué, su ciudad natal; sino de unos paisas en San Victorino de un centro comercial, llamado ahora "El Latino" mediante unos Lozanos cuyos padres merodeaban entre lo paisajesco de la idiosincrasia paisa y los aventajados sindicalistas de Telecom, adonde los abogados medran como fieles defensores del poder del dinero. Y en la de un grupo político que con los años le hacen creer que sus amigos no eran lo que eran, sino que tenían sus fines maquiavélicos donde le hicieron creer que era un vulgar degenerado, adonde unos familiares con los años, se parecen a esos oscuros detectives de la época de los años 50, que por su manera de actuar terminaron en otro organismo que ahora se pretende cambiar por el gobierno de turno. Son vivencias extrañas, muy a lo Lombroso. Con una diferencia: Sus escritos que nadie los conoce porque nunca ha publicado nada, sirven para que estos conspiradores practiquen con sus cuentos y sus historias, repitiéndoselas de otras maneras, como si en realidad hubiera nacido con una marca de policía. Sus cuentos y sus historias se los han leído, y al hacer acopio su mente de las vivencias personales le hacen dudar de los que por obligación deben protegerlo, idéntico a los ciudadanos del común. Se encuentra con otros que en otro país (Venezuela), le demostraron lo contrario. Estaba marcado como un vulgar truhan, y un simpático y digno representante de los bobos, a los que mediante subterfugios se les enloquece o se les mata.

Un país muy diferente del que ha soñado. Sólo entonces se entiende la maquiavélica persecución de que ha sido víctima. Si no fuera por el internet, tal vez esta historia podría haber pasado desapercibida. Con tantos perseguidores tan secretos, solo ellos la rememorarían como si nos estuvieran contando acerca de los personajes que Lombrosio investigó en su momento, en ese otro sueño de leyes inspiradas por el hombre para combatir el delito.

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