China: "El gigante dormido"

Ahora que Colombia se apresta a negociar un tratado de Libre comercio con China, hace años se hablaba del gigante dormido porque reflejaba no solo su extensión territorial y el número de sus habitantes con toda una historia cargada de milenios donde su cultura se ha diseminado a través de occidente desde los tiempos en que Marco Polo como explorador y mercader logró visitar estas tierras que en su momento, y aún ahora, pudieran ser exóticas en cuanto a su cultura y forma de vida, a pesar de su alto grado de desarrollo industrial y tecnológico, sino también por aquella tradición histórica en la que los mongoles  con sus conquistas llegaron hasta parte del continente europeo.  ”Los viajes de marco Polo”  por la ruta de la seda, que despertaron la avidez por el monopolio de la especias orientales que fueron cruciales para el descubrimiento de América por parte de Cristobal Colón, ya que convencido de que como la tierra era redonda podría llegar hasta allá en medio de ese océano que solo se podía atravesar guiado por la estrella polar,  el conocimiento de las estrellas y su alto grado de aventurero y conocedor del mar y la brújula magnética inventada por los mismos chinos.
“El Gigante dormido”, así le decíamos todos los occidentales basados en lo que decían los dirigentes y poderosos, que ahora ya no es así, y que incluso según dicen los entendidos sobre estos temas,  Napoleón también dijo lo mismo.
Ese gigante dormido no hace mucho hace historia en nuestro universo occidental, sino que ya sabemos que todos quieren comerciar con el él. La historia de los dragones asiáticos que hace pocos años inundaron al occidente con sus productos y su tecnología, que nos recuerda que los japoneses después de su derrota en la segunda guerra mundial con la misma chatarra que dejaban los gringos en su país dominado, hacían juguetes y se los vendían a ellos mismos, y  donde en pocos años surgió todo un emporio industrial en que las transnacionales decidieron por el bajo costo y la mano de obra barata, instalar allí sus fabricas. Algo parecido a lo que se dio en el Brasil. Una industria que floreció en unos cuantos años donde los estados de esa parte del Asía favorecieron para que las potencias industriales aprovecharan allí las oportunidades, y también para que los propios industriales y comerciantes con préstamos estatales dieran vía libre para que por cuenta de esas facilidades sus productos se regaran en el mundo.
“Made in Hong kong”, “Made in Taiwan”, “Made in Japón”, o “Made in Corea”, fueron las marcas de patente de muchos productos que consumimos los habitantes de la tierra producidos por los “Dragones asiáticos”. Incluso hasta hace poco, cuando los productos de la que se dio en llamar la China capitalista, en contraste con la República Popular China” que logró por su poder hacer que lo que fue un emporio capitalista, ahora terminara bajo su dominio, un  gigante que pareciera no dormir porque mientras en una parte de su territorio unos están durmiendo, otros ya se están levantando a laborar.   Algo parecido a lo que tuvo Carlos V, el emperador alemán que acumuló en sus manos todo el poder de la corona española en nuestro continente.
Y así  China ha despertado tal y como lo decían los augurios populares de nuestros pueblos que fueron recibiendo en sus continentes las oleadas de inmigrantes que iban montando sus comercios  desde los restaurantes hasta los más sofisticados de una cultura milenaria que parece, sin que nos diéramos cuenta, haber inundado con sus productos y sus empresarios los mercados mundiales, haciendo fama de que en cualquier garaje   estos emprendedores instalaban la producción de televisores y aparatos electrodomésticos sin respetar las leyes internacionales sobre los derechos de autor, y que en sus barcos mientras iban llegando a sus destinos en ultramar, sus trabajadores iban elaborando sus mercancías de primera necesidad para cuando atracaran en algún puerto, y negociarlas a bajos precios, gracias a las facilidades que el Estado daba para que sus negocios florecieran.
Mientras los Estados Unidos  y  Europa no lograban ponerse de acuerdo sobre cómo impedir que sus productos inundaran el sus mercados, estos al amparo de un gobierno ejercido por un partido único, a la manera como lo pensó Lenin, el forjador de la revolución socialista en la Unión soviética, y con los cambios que se dieron después del fracaso de la revolución cultural de Mao Tse Tung, muy al estilo capitalista dieran ese gran salto que ahora la consolida como la segunda potencia del mundo, a donde todos los gobiernos quieren negociar con este gigante que compra chatarra en todo el orbe a buenos precios, que hace alianzas con los que occidente considera sus enemigos como lo son Irán o Corea del Norte;  e impide con su voto en el consejo de seguridad en la O.N.U.  el veto para intervenir a Siria. Su alianzas comerciales con los países africanos y su interés por el consumo del petróleo y otros recursos minerales en América Latina para poder sostener sus producción en las plantas de sus fábricas, y porque siendo el país más poblado del mundo todos quieren comerciar con ella.
Aunque claro que esos posibles acuerdos comerciales que hacen con los países que ahora ven el océano Pacífico como la nueva ruta del comercio en el mundo, tal y como aconteció en los tiempos que occidente quería ir a negociar las especias y la seda que producían, ahora también todos queremos comerciar con ellos.
Lo hizo Coca Cola en su momento tras la visita de Nixon a Mao,  incluso a sabiendas que dentro de la teoría marxista de los seguidores de su ideología dijeran que el imperialismo era “Un tigre de papel”.
Y parece que este slogan resultó cierto para los nuevos lideres del partido comunista que en su política lo siguen considerando así, pues no importa que Hilary  Clinton haya ido a discutir sobre los derechos humanos para exigirle la libertad de Chen y su viaje a estudiar a los Estados Unidos, el ciego que ha protestado contra los abortos obligados, a las mujeres en un país donde cada matrimonio no puede tener más de un hijo, y a pesar que los ricos para evadir esta ley se vayan a Hong Kong a tenerlos subrepticiamente.  Un Estado que en lo económico el capitalismo  da riendas sueltas a los suyos para que negocien donde tengan posibilidades, y para que empresarios y gobiernos de todo el mundo vayan a negociar con ellos. Y a pesar que probablemente  en esas relaciones comerciales sus exportaciones sean siempre superiores a las de los que quieren entrar en esos acuerdos económicos.
En fin, “El Gigante dormido” ya despertó desde hace muchos años, y solo hasta ahora nos estamos dando cuenta. Sus fricciones internas dentro de la lucha por  el poder ni siquiera la sentimos  desde este lado del mundo.

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