Entre reyezuelos y pantanos


deautista | Sábado, 26 de mayo de 2012 | |
Venía diciendo en otra ocasión que existen trabajos tan sutiles y sicológicos que mediante argucias a una persona la pueden enloquecer o matar. Y son trabajos tan comunes, que a diario lo vemos en los periódicos  o en los noticieros de la televisión, que nos parecen tan normales, que nadie cae en la cuenta que lo que vivió el que se suicidó o se mató, o le arrojaron un carro o lo hicieron aparecer como algún fulano que en medio de los nervios destrozados se arrojó por una ventana de un edificio, cuando en realidad lo empujaron o le crearon el pánico. Esos trabajos son comunes. Yo lo hice en medio de la locura motivado por una crisis de desesperación que no pude controlar y que en medio del alcoholismo terminé con varillas en la columna vertebral, y con una paranoia tan terrible, que hasta los mismos encargados de cuidar porque a los ciudadanos no nos pase nada, de manera descarada y reiterada me pusieron en manos de delincuentes y de locos.  A veces creo que nos han engañado, aunque uno no lo cree porque está convencido que su deber y su obligación es protegernos, incluso uno sabe que muchos mueren cumpliendo su misión, cosa que nos produce dolor. Y que uno los valora porque tienen familias que como seres humanos merecen vivir, mucho más cuando están arriesgando sus vidas. Pero como todo hay en la viña del señor, a mi desgraciadamente me hicieron unos trabajos que vienen desde que me conozco y tal vez porque fui de niño una persona autista por alguna razón o algún temor que desconozco, aunque nos digan que es por problemas con el páncreas que no funciona bien, o porque en el cerebro algo anda mal. Yo no lo puedo creer. Es más, hubo un tiempo en que llegué a cogerle pánico a la gente, tanto que no quería hablar con nadie, y mucho menos con cualquier fulano que se me apareciera, porque creía que me iba a matar. Tenía los nervios destrozados, y todavía los tengo, aunque ya puedo dilucidar y comprender que la peor de las desgracias es estar signado por estos mismos personajes que infringiendo la ley, logran crear el rumor, y así arrojar delincuentes en contra uno, fuera de estar en la boca de mujeres siniestras, y en un país como el nuestro muy a pesar que nos digan lo contrario en estas ciudades donde las vigilancias han llegado a mandar, tanto que me han obligado a vivir como encarcelado con las mismas personas con las que he convivido toda una vida, en las que hay familiares y más de un bribón que descaradamente conmigo se han creído ganar la lotería a costillas mías. Es como estar Ud. en esas manifestaciones donde en medio del tumulto alguien arenga contra el gobierno, otro grita que lo están matando, y los ladrones aprovechando ese tumulto comienzan a esquilmar  a más de uno, y entre zarandeo y zarandeo la policía comienza a abrirse paso dentro de la multitud para que se diluyan, y otros salen a provocar el polvorín, hasta que se vuelve un motín, y como resultado Ud. aparece muerto. Y claro que para muchos resulta ser un accidente por haber estado donde no debería estar, y los que realmente si lo saben lo hacen aparecer como el agitador de turno. Y seguramente motivado en ese frenesí que es casi de locura porque las pasiones que se enervan, de pronto lo vieron vociferando, mientras sí había otros que lo querían matar. Quién puede decir lo contrario En el caso mío, yo si puedo decir que desde que me conozco, y a pesar que anduve con muchos amigos, siempre hubo ese alguien. A Ud. no lo muerde un perro asi porque si en la puerta de su casa, cuando intenta defender a su mascota porque este lo está matando, luego que sus dueños  lo han dejado a propósito. Y claro que uno ya ha vivido tantas otras situaciones aberrantes que a cualquier humano puede hacérselo pasar como un loco o un degenerado.   Estaba muy joven pero yo no lo entendía. Y nadie me lo advirtió. Ud. va a una casa de mujeres fáciles, algo muy parecido a lo que les pasó a  los del servicio secreto encargados de la seguridad de Obama, que resultaron enredados sin darse cuenta en un gran escándalo.  En cambio, cuando Ud. es un pobre diablo que no entiende la maldad de la gente, un primo en Girardot lo invita a ir a una de esas casas, y mientras éste se retira con su acompañante y que como la conciencia lo atormenta y sabe que hay un complot se devuelve rápidamente. Aparece un agente como drogado y amenazándolos con su arma de dotación, en medio de una soledad terrible y en una noche fantasmal adonde siquiera se puede ver la luna en un patio de esas casas adonde lo pueden matar a Ud. sin que nadie se de cuenta, a toda costa intenta amedrentarlos obligarlos a hacerse contra la pared y las manos en alto como si estuviera contra unos delincuentes . Otro que es el dueño del negocio y de otros más aparece como el salvador. O digamos mejor, el familiar algo sabía, y era como si fuera una trampa. Unos pocos años después éste muere cayéndose desde un tejado cuando quiso ayudar a un vecino que le pidió  ayuda, porque una hija o un hijo suyo para evitar un castigo se trepa al techo. Por ir a recoger al muchacho o la muchacha que peligra, las tejas se rompen con su peso, y  cae. Los riñones se le zafan, y sin que ningún médico pueda evitarlo muere.

Así son estas calles, y así me han sucedido otras. Ud. en uno de esos folclores decide irse con una muchacha de esas de cero "O" en conducta, y va con un amigo al encuentro. Ya antes otro lo sabía. Y  cuando todos juraban que estaba demasiado alcoholizado , un profesor que era un agente del orden y que hacía con Ud. un curso de la  normal para educadores, y cuyo nombre era un homónimo de un primo muy encumbrado en el comercio de San Victorino en Bogotá, le hecha unos cuentos como de que lo iban a encarcelar en una manifestación que se iba a dar por los maestros ese día, y que tenía que huir. Y claro que ya antes le había echado otros cuentos como si Ud en realidad estuviera conjurado, cuando en realidad ya marchaba por esos caminos sicológicos donde cualquiera puede resultar muerto o loco. Estaba muy joven. En Picaleña,  un año antes, otro agente se puso a practicar tiro al blanco a más de 100 metros detrás de una arboleda adonde justamente iba con todos los alumnos de la escuela a que hicieran la clase de deportes.

Y es entonces cuando  el director le grita:
-¡Profesor, arrojese al piso! 

Y después de dar esa misma orden a todos los alumnos. Más tarde con él  van a ver quién era el que disparaba, y se encuentra con que a un agente de policía se le había dado por practicar polígono en medio de esa arboleda, justo cuando los alumnos de la escuela tenían deportes en una explanada adonde ahora se practica fútbol. Aunque con los años uno puede pensar que el tal agente que manejaba una camioneta de este organismo policial bien pudiera ser uno de los padres algún alumno suyo, o como en la escuela Boyacá de Ibagué al año siguiente es víctima de otro complot donde su cerebro es muy bien manejado, tanto así que desde esa época su vida se trastorna más, y sin entender su comportamiento y su manera de ser lo vuelven más que un alcohólico, en una persona que cree que de alguna manera alguien lo está persiguiendo. Sin sospechar siquiera algo, y aunque vive  el manipuleo psicológico adrede, porque todos los que lo rodean actúan orientados hacia un mismo propósito.

Y a los dos tragos Ud. pierde la razón, y jugando con su cerebro lo encierran en una celda…
Y solo como esas historias fantasmales comienza a recordar cosas, y con los años después que que otros casi lo matan mientras le hacen creer que es un perseguido, o un truhan,  va entendiendo cómo han estado jugando con su cerebro, hasta que lo enloquecieron por cuenta de unos bienes de una herencia o de un estigma que desconoce, y es así como se va encontrando con otras historias y otros sucesos a través de su vida, que nadie a estas horas después de semejantes villanías estaría cuerdo o vivo. Y así durante todos estos años sin darle ningún descanso estos personajes salen como de los mismos infiernos, a un festín que nunca termina. Con los años va descubriendo el ardid y el complot de una extraña infamia muy bien orquestada, y que el solo hecho de estar vivo todavía, es un milagro. Y mucho más cuando lo han llevado a la desesperanza, mientras en las calles lo han ridiculizado y amenazado, en un país adonde se supone los malos son los perseguidos.

Pero aquí no. Entre reyezuelos y pantanos, Ud va viviendo otras historias que dan miedo a veces, y en otras, risa. Los reyezuelos están ahí presentes, y cada truhan quiere participar del incordio. Son muchos, y todos quieren vivir de ese cuento.

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