Inviernos bogotanos

Calle 26, en pleno centro de Bogotá
Supongo que los rayos fueron permanentes durante todos estos siglos adonde ahora Bogotá
con su pleyade de historias dan fe cierta de lo que son sus inviernos, una tierra que por sus características la hacen pródiga para atraer el magnetismo eléctrico entre esos iones en el aire que la circunda, y que nuestros campesinos durante siglos nos quisieron hacer creer que estos caían como piedras desde el firmamento, pues al estar ubicada en un altiplano surcado por los cerros orientales de sur a norte, hacen que toda esta zona tenga su clima particular,  y hacen que en el Sumapaz se produzca la mayor cantidad de agua dulce que fluye de sus montañas y de los nevados para que todo forastero que vea esto le parezca increíble, si seguramente proviene de otras partes del mundo que tienen las tres estaciones, mientras nosotros aquí gozamos de todas ellas al estar ubicados en la zona ecuatorial, donde las cimas de las cordilleras hacen que tengamos todos los climas desde los más fríos hasta los más calurosos, que hacen de nuestro país uno de los mejores vivideros del globo terráqueo. Y éso, sin contar con el Amazonas que ha sido declarado como una de las nuevas siete maravillas del mundo.
Bogotá con su peculiar clima, nos recuerda que solo allí podemos disfrutar de un clima frío, unas lluvias trepidantes, que a veces se nos antoja que los dioses además de haberla ubicado tan alto, la han favorecido a diferencia de otras muchas capitales del mundo que siempre están sobre las costas de los océanos.
Colombia, a cambio tiene dos mares, y esta situado en una de las mejores posiciones geográficas del mundo que nuestros dirigentes han menospreciado, y además la ciudad capital goza del privilegio de tener toda una historia  y un clima particular.
Así como en el río Bogotá no existe ningún rastro de vida, la prosperidad y la modernidad nos consuelan con este desequilibrio provocado por el mismo hombre. Las grandes alturas de las cordilleras y la propia meseta le dan a este ecosistema tan especial que en otrora fue de un frío que calaba los huesos, adonde la lluvia y las tormentas seguidas de los rayos y los truenos, eran casi a diario, que cuando salíamos en horas de las mañanas no podíamos ver más allá de unos cuantos metros, porque la neblina era permanente.
La gigantesca urbe que hoy es, ha hecho que su clima haya cambiado, y tan solo en las noches uno tiene que abrigarse en remembranza a la que tuvieron que sufrir los conquistadores que como su descubridor, al encontrarse con los primitivos aborígenes que Cristobal Colón llamó indios, que estaban en esa cruenta guerra entre  el Zipa  y Zaque por su disputa por el poder, adonde uno de sus dioses nos recuerdan a algún dios blanco(Bachué) que era como lo avizoraban nuestros primitivos pobladores, quiso quedarse allí con los pocos hombres que llegó después de muchas penurias, muy cerca de donde hoy está la Catedral, la Plaza de Bolivar, los monumentos que hoy la rodean incluyendo a  sus iglesias, y el barrio de la Candelaria en pleno centro de esta ciudad, que con otros a pesar del frío del altiplano y de la cordillera, de sus viejos inviernos que han perdurado durante todos los siglos del mundo, y que ahora con el cambio climático, a pesar de sus transformaciones, seguirá teniendo unos inviernos muy diferentes a los que en otras ciudades y otros países se puedan dar.
Los inviernos bogotanos son diferentes a otros en  una ciudad rodeada de historia que todavía son desconocidas para nosotros.

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