Los condeno a vivir
- Los condeno a vivir.
Así parece que fue la respuesta tajante "Hirohito" a los militares que no querían la rendición del Japón, después de la demencial explosión de las bombas atómicas sobre Hiroshina y Nagasaki ordenadas por Truman contra Japón, muy a pesar que ya se sabía que éstos perderían la guerra. Se trataba con esto colocar el arma de Damocles sobre el triunfo que los soviéticos ya tenían sobre los Alemanes, al saber que los Japoneses no atacarían la costa rusa en el Asia por cuenta de su espía Richard Sorge en el trono de Hiroito. La manera como los japoneses se inmolaban en nombre de su emperador, y la desidia de sus militares que todavía creían en su poder destructor, obligaron al emperador a decir dicha frase.
El que era considerado un dios por sus súbditos, decidió que era preferible la humillación de la derrota ante la entrega al general McArthur, comandante supremo de las fuerzas aliadas.
La divinidad del emperador quedaba entre dicho, pero su orden dio al traste con la mentalidad de los japoneses que todavía nos recuerdan a las gheisas, a sus mujeres que tenían que colocarse unos zapatos que impidieran el crecimiento de sus pies, y a toda una mentalidad muy encerrada en sus costumbres de miles de años.
Con esta decisión Japón se abrió ante el mundo occidental, y a pesar del triunfo norteamericano, estos rápidamente aprovecharon para convertirse en la potencia económica que ahora lo es.
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